AL PUNTO
Ana Obregón e Irene Montero
La ministra de Igualdad ha denunciado lo que considera «es una forma de violencia contra las mujeres»
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Iniciar sesiónDando un paseo por Ontinyent después del esmorsaret de los miércoles con mi entrañable y muy querido amigo Enrique Gilabert Panis, nos cruzamos con una señora que manejaba un carro infantil. Una cochecito doble en el que iban recostados dos críos. Nos ... informamos. Tienen ocho meses, rebosan salud, y nos iluminan la mañana con la luz de sus despiertos y vivarachos ojos. Se llaman Pau y Marc. La señora no tiene tanta edad como para ser su abuela. «Si le sobra uno de los dos nos lo llevamos», le decimos. Un nooooo alargado es su contundente respuesta. «Salud para criarlos, señora». Y seguimos.
A los pocos minutos de haber visto a los tranquilos y confiados mellizos en su paseo matinal, me entra en el teléfono la noticia servida por ABC: «Ana Obregón, madre de una niña nacida por gestación subrogada a los 68 años». Esa es una edad estupenda para dedicarla, en una parte importante de nuestro tiempo de jubilado, a los nietos. Ojo, tampoco todas las horas cual sobrevenido esclavismo del siglo XXI.
En las redes sociales, como complemento de la insólita y sorprendente noticia de la señora Obregón, se vuelcan al momento por cientos los comentarios. Reproduzco uno de los más tempranos: «¿La bióloga no sabe que cuando apenas a la niña le caigan los dientes de leche ella tendrá 80 tacos? Luego culparán al gobierno de tener que hacer clasificación de familias. Esta será una clase tipo yaya-nieta». La mayoría de los apuntes son de ese jaez, pero también los hay a favor, si bien son los menos, seguramente enviados por fieles lectoras del Hola, que ha conseguido, otra vez, la exclusiva de la subrogada maternidad de la actriz.
Una cantamañanas que tenemos en plantilla como fija discontinua en el Ministerio de Igualdad, denuncia lo que considera «es una forma de violencia contra las mujeres». Ella, Irene Montero, señora de Galapagar, que junto con otra «trovattore di matina», la tal Ione Belarra, ambas coautoras de infames leyes –la última contra la familia—y otras como la del sí es sí, la protección animal, la trans… son las que menos deberían abrir sus bocas. Y mejor aún si también dejaran tranquilos sus dedos tuiteros.
«¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!», dice el sobornado capitán Renault en Casablanca. «¡Qué escándalo….!» Dice con cinismo la nefasta ministra que hace leyes a despecho de los informes de juristas, abogados del Estado, magistrados, catedráticos, técnicos que ocupan puestos de responsabilidad por sus conocimientos adquiridos en las aulas y revalidados en duras oposiciones, cualquiera de ellos con un doctorado trabajado y no plagiado cual Sánchez.
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Las eruditas opiniones se las pasan Montero y Belarra por la parte más sudada de sus cuerpos, pero el Consejo de Ministros presidido por Pedro Sánchez, con evidente desprecio de las doctas opiniones contrarias, aprueba esas nefandas leyes, alguna como la del sí es sí que ya es objeto de obligada revisión a la vista de su torpe redacción y sus desastrosos resultados, salvo para violadores y pederastas, muchos de ellos ya en libertad.
La melopea mental de quien decide ser madre contra natura, para así tratar de llenar el hueco por lo demás irremplazable dejado por la muerte de un hijo es, con todo, bastante menor, reducido alcance y repercusión humana y social, que la instalada de modo permanente en las mentes de estas ministras de la funesta podemía, empeñadas en legislar a base de inventar géneros, clasificar familias, subvencionar chiringuitos feminoides, sin más propósito que tratar de confundir y desvirtuar la esencia de la familia judeo-cristiana, base de nuestra civilización cada vez más irreconocible por culpa de esas talibanas.
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