CRÍTICA MUSICAL
Sinfónica de Viena: 125 años muy bien llevados
«Es difícil que una formación más que centenaria con la ya mítica nómina de directores que ha tenido al frente nos defraude»

Es difícil que una formación más que centenaria con la ya mítica nómina de directores que ha tenido al frente nos defraude. Y no lo hizo, si no, más al contrario, nos regaló un excelente concierto y parte del éxito hay que otorgárselo al más que interesante director checo Petr Popelka que dirigió con mano maestra un repertorio de marcado carácter vienés. Cumple la legendaria formación 125 años y se ha lanzado a una gira para celebrarlo. Dicho esto, pues que sean muchos más.
Abrieron fuego los vieneses con una obertura beethoveniana poco frecuente como es la consagración de la casa, partitura que compuso el genio de Bonn en 1822 para la inauguración del teatro de Viena. Tras calentar motores vendría una de las piezas importantes como es el relativamente poco frecuente concierto para violín del compositor austriaco Erich Wolfgang Korngold, que en la gira española el francés Renaud Capuçon ha alternado con el más célebre Concierto para violín, de Mendelssohn. La partutura de Korngold, un músico más conocido por su faceta de creador de bandas sonoras para el cine, es una obra de amplio hálito romántico y de indisimulado carácter tonal compuesta en 1945, año del fin de la contienda mundial. La obra tuvo en Capuçon un excelente traductor pues el galo extrajo lo verdaderamente esencial de esta más allá de su virtuosismo: la conmovedora nostalgia que destila su primer movimiento, la belleza inaprensible de la Romanza y la energía y frescura del movimiento de cierre. A pesar de tratarse de una obra concertante con la que el público está a penas familiarizado, su memorable lirismo y la calidad interpretativa llevaron a un incuestionable éxito. La propina de rigor fue en este caso la Meditación de la ópera Thaïs de Massenet junto al arpista de la orquesta vienesa.
Tras el descanso el nivel musical no bajaría un ápice y si habíamos aterrizado en Austria de una forma más indirecta antes del descanso, después de este aterrizaríamos en la Ringstrasse de su capital, Viena. Fue principalmente en esta segunda parte cuando pudimos descubrir en Popelka un excelente director, al menos en este repertorio, del que pienso que dará que hablar en un futuro próximo. Primero con el vals Dynamiden de Josef Strauss lleno de suntuosidad finisecular, que fue narrado por Popelka con maestría. Excelente fue también la versión espectacular suite de la ópera Straussiana El caballero de la rosa, en la que Popelka destapó el tarro de las esencias con una lectura de tiempos ligeros, llena de idiomatismo, y manejo del complejo y rubateado fraseo, siempre dentro de la naturalidad, sin tender a la exageración impostada. El todavía joven director exhibió clase y musicalidad por medio de un uso imaginativo de las dinámicas. La orquesta respondió a la perfección y mostró todas las virtudes que se esperan de una formación de este nivel con un repertorio que no puede ser más cercano.
Una no, sino que fueron dos las propinas, y más vienesas que una shachertorte degustada en el café homónimo fueron las polcas Stürmisch in Lieb' und Tanz y Unter Donner und Blitz de Johann Strauss II, dirigidas y tocadas de forma impecable, pero luciendo cierto perfil bajo, digamos «evitando» de forma inteligente cualquier comparación con sus «hermanos mayores», la Filarmónica, en sus archiconocidas apariciones televisivas. Mejor.
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Martes de junio de 2025
Palau de la Música de Valencia
Obras de Beethoven, Korngold, Josef Strauss y Richard Strauss
Renaud Capuçon, violin
Orquesta Sinfónica de Viena
Petr Popelka, director musical
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