Tribuna abierta

Marzocchi engrandece el legado de González Piñero

«La música se escribe, pero ha de ser interpretada para no permanecer en el silencio»

Joaquín Guzmán

El legado de los pintores o escritores son sus obras a las que accedemos de formar directa, como espectadores, leyéndolas o visitando los lugares donde se hallan. Con la música es distinto: la música se escribe, pero ha de ser interpretada para no permanecer en ... el silencio. Por supuesto que tenemos los discos publicados a lo largo de la vida del compositor, pero si queremos escuchar su música en vivo necesitamos un médium que nos la haga llegar. Ese médium es el músico o los músicos que interpretan aquello que quedó escrito en pentagramas, que para una parte importante del público no son accesibles. Para defender un legado musical hay que llevar una labor activa para ello, y el concierto del pasado día fue ejemplo de una encomiable labor de mantener y difundir una valiosa herencia musical. No es habitual que esto suceda hoy en día. Para mantener viva la obra de un compositor que ya nos ha dejado, esta ha de interpretarse por los músicos que le sobreviven y lo escrito ha de hacerse sonar. Fallecido en el año 2022 a los 89 años el importante compositor y guitarrista Ángel González Piñero, hoy en día, su viuda, la francesa, aunque también muy española, Catherine Lacoste, dedica sus esfuerzos esta labor encomiable y no exenta de responsabilidad. Para ello, entre otras actividades, además de conciertos sinfónicos, de cámara y para solista y grabaciones de su música, se lleva a cabo el importante concurso internacional de guitarra que tiene por nombre Ángel González Piñero que ya va por su décimo segunda edición.

Desde la magnífica «Sala de orquesta» del teatro real, situada en su parte más alta se pueden divisar los tejados de buena parte del Madrid de los Austrias, salpicados por torres elevadas en distintas épocas lo que dio al concierto organizado por la Asociación de guitarra clásica Ángel Piñero, un aura muy especial. El recital corrió a cargo del pianista y compositor italiano Paolo Marzocchi (Pésaro 1971), natural de la localidad de la que es originario el gran Rossini. Se inició cayendo la tarde sobre este panorama dorado de azoteas y se organizó con ocasión de la presentación en primicia a un público que llenó el amplio y atractivo espacio, de la transcripción para piano de dos obras emblemáticas del compositor gaditano, Meditación y Viento de la vida, obviamente originalmente escritas para guitarra española, el instrumento al que Piñero dedicó toda su vida. Versiones pianísticas, las de Marzocchi, de empaque y hondura que exhibió técnica depurada, y una comprensión profunda de los depurados compases del compositor español para su reelaboración.

Previamente a las dos obras de Piñero, Marzocchi se adentró en el pianismo centroeuropeo con Bartók y Liszt con composiciones que dieron coherencia al programa. Las encantadoras Seis canciones rumanas del húngaro Béla Bártok de inconfundible sabor que destilan su irregular y compleja rítmica y sus melodías entre aires gitanos y orientalizantes. En cuanto a las infrecuentes Cinco melodías húngaras de Liszt obras de calado más romántico e introspectivo. Finalmente, Marzocchi interpretó la magistral Rapsodia húngara número dos introduciendo una amplia cadenza escrita por el propio intérprete, sobre el tema del «Dies iriae», en la que demostró un interesante virtuosismo e imaginación para la variación.

Tras ello vendrían las piezas centrales del recital: las tituladas como «Fantasías sobre obras de Piñero» pues no se trata de meras transcripciones si no de ir más allá de las obras originales de las que traen causa. Meditación, fue la primera de estas, basada en la composición del mismo nombre. Cierto es que en las partes más fieles al original, el uso del piano en lugar de la guitarra, resta algo del idiomatismo hispano intransferible que da las seis cuerdas, sin embargo, las versiones de Marzocchi nos revelan una gran música, que traspasa las fronteras, y que se desenvuelve perfectamente en el teclado, haciendo uso del pedal para alargar las notas donde la guitarra no lo permite y el expresivo empleo del rubato, además de un uso más complejo de las armonías por la propia naturaleza del instrumento.

Tras la Meditación se interpretó la segunda obra del maestro gaditano, Viento de la vida, excelente pieza de carácter más virtuoso y épico, no por ello menos introspectiva y profunda que la anterior. La versión de Marzocchi hace emerger de la obra propia obra una fuerza inusitada y exhibe las amplias posibilidades que genera la composición original de Piñero. Al piano suena la obra de forma diferente, ni mejor que la original, ni peor. Eso sí, la dota de un clasicismo monumental con una sección central de aire improvisatorio que viene a ser la parte más personal de Marzocchi. El éxito sin paliativos, no se hizo esperar.

El recital se completó con las Cinco canciones populares de Albania, composiciones del propio Marzocchi, que tiene grabadas, en las que, basándose en melodías populares de ese país, a la manera que haría Bartók explorando el folclore de su entorno vital. Magnífico de nuevo Marzocchi con una lectura que funde el aire popular de esas melodías con una impronta personal e intimista a través de la exploración de ritmos, armonías escalas y modulaciones sin renunciar a una escritura de indisimulada contemporaneidad. Habrá que seguir a este músico. Bravo a todos los que hicieron posible este concierto irrepetible de un músico a reivindicar: Ángel González Piñero.

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24 de abril de 2025

Sala de Orquesta del Teatro Real de Madrid

Concierto tributo a Ángel Piñero

Obras de Béla Bartók, Franz Liszt, Ángel Piñero y Paolo Marzocchi

Paolo Marzocchi, piano

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