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CRÍTICA

La magistral madurez de Leónidas Kavakos

El recital será de los que se recordarán durante mucho tiempo por el nivel superlativo de los comparecientes y por el resultado global de las interpretaciones

Joaquín Guzmán

VALENCIA

Dada la demanda de entradas, la sala Rodrigo del Palau de Música de Valencia, habitual en la música de cámara no fue el lugar de cita en esta ocasión, sino la gran sala Iturbi que, por cierto, para la música de cámara posee ... una acústica difícilmente superable. Reunir a ochocientas personas, el doble del aforo de la sala de cámara, para un concierto de un violinista y un piano, en un soleado y primaveral domingo por la tarde, en el que, además, hubo importantes citas por la ciudad de tipo religioso y futbolístico, nos lleva a concluir que hay público para la música de cámara. Además, un público joven y respetuoso. Cierto es que el violín, un Stradivarius «Willemotte» de 1734, lo empuñaba uno de los mejores solistas internacionales de este instrumento en un momento de su carrera de auténtica madurez. Dos días antes había dado toda una lección con un memorable segundo concierto de Béla Bartok junto a una excelente orquesta de Valencia, magníficamente dirigida por su titular, Alexander Liebreich.

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