Las incógnitas para el segundo juicio por el asesinato de la viuda de la CAM: la hora de los disparos y la huella fantasma

En los próximos meses, un nuevo tribunal tendrá que revisar por segunda vez este misterioso caso en el que esos detalles clave descartarían las dudas en que se consumó el primer veredicto titubeante. El primero es la hora exacta en la que se ejecutó a la anciana de 72 años en su coche Porsche Cayenne en el lavadero del concesionario regentado por el marido de su hija pequeña, único sospechoso investigado. Los forenses consultados durante el proceso judicial no se ponen de acuerdo en el tiempo que duró la agonía y, si fue corta, López ya no se encontraba en el lugar de los disparos, porque unas cámaras de seguimiento del tráfico le captaron saliendo de Alicante.

El otro detalle de las pesquisas que resultaría determinante es identificar la huella que se encontró en la mano derecha de la asesinada y que no se corresponde con ninguna de las 37 personas que pudieron tener contacto con el cadáver en la inspección del escenario del crimen, entre policías, personal sanitario... Se cotejó con el ADN de todas ellas sin éxito. ¿Era del sicario?

Aunque el yerno de la víctima decidió no declarar en el juicio, en algunas conversaciones suyas reveladas por pinchazos telefónicos durante la investigación cabría interpretar que él fue el primer sorprendido por la muerte precisamente en las instalaciones de su empresa. «No te lo puedes ni imaginar, me reconcome que haya sido allí... Te pones a pensar y te dices 'podría haberla acompañado', o es que buscaban joder más», confesaba a su interlocutor en uno de esos diálogos privados. De hecho, no parece tener mucha lógica encargar un asesinato precisamente en el lugar de trabajo y, además, no ausentarse cuando sabía de antemano el momento en que iba a pasar su suegra a recoger el vehículo lavado.

López -que pasó 40 días en prisión preventiva y fue puesto en libertad antes del primer juicio- hacía sus propias cábalas en la intimidad acerca del culpable de esta muerte cruel, tal como reveló otro de los pinchazos a su móvil. «A alguien le estamos haciendo daño o le hemos jodido, y en Argentina, en México, o en Colombia, en Perú... donde estamos, si es que el ochenta por ciento de nuestros ingresos vienen de allí, y ese tema lo lleva mi cuñado, ¿sabes?, y ese era uno de los problemas que teníamos, porque él de allí no nos contaba nada», relataba en alusión al hermetismo de Vicente Sala, el hijo primogénito de la víctima y quien más le ha acusado como responsable del crimen.

Ese trasfondo que sugería el único sospechoso de la Policía apuntaba a la primera hipótesis de la investigación, bien diferente: un sicario había sido enviado desde Hispanoamérica en venganza por parte de alguien que se veía perjudicado por alguna gestión relacionada con los negocios multimillonarios del plástico que posee la familia Sala al otro lado del Atlántico.

No en vano, el móvil económico ha sobrevolado esta compleja instrucción en todo momento, aunque enfocado en los familiares, si bien tampoco ha quedado claro a quién ha beneficiado realmente la muerte de la matriarca, dado que al parecer hubo acuerdo y un reparto patrimonial posterior en el que las hermanas se quedaron con la parte inmobiliaria, mientras que el varón de la familia mantuvo el control del entramado industrial.