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El idílico pueblo alicantino que recomienda National Geographic para visitar este verano

La publicación destaca la «belleza» del destino turístico con sus calles y rincones llenos de miradores al Mediterráneo, su gastronomía y el «legado cultural»

La mejor playa de Alicante: esta es la cala que conquista a National Geographic

Panorámica de Altea vista desde el mar ABC
J. L. F.

J. L. F.

ALICANTE

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National Geographic ha publicado un amplio reportaje en el que recomienda visitar Altea con una descripción pormenorizada de múltiples atractivos para hacer turismo en un destino idílico por sus vistas, la belleza de sus calles, casas y patrimonio histórico, además de su rica gastronomía mediterránea.

Entre los múltiples alicientes para recorrer este municipio alicantino, la redactora de viajes fija la atención en detalles como los miradores que abundan en sus rincones, por las impresionantes vistas del mar y de la orografía próxima al litoral, desde el Peñón de Ifach en la vecina Calpe al Puig Campana y otras elevaciones de la serranía.

Un turista pasea por las calles del municipio alicantino JUAN CARLOS SOLER

Con una atmósfera todavía heredera del pueblo de pescadores que siempre fue, y de la que queda todavía el nombre una calle emblemática, la tradicional venta de capturas cotidiana para ser cocinadas con maestría en los restaurantes locales, o detalles como los vestigios de la confección de redes para faenar y las cortinas negras, además del tránsito de los barcos en su pintoresco puerto.

Con esta materia prima de la máxima frescura y calidad, varios son los hosteleros que preparan arroces -algunos tan originales como el de alubias y pulpo- o mariscos, además de recetas exclusivas como su coca llumà o las empanadas fritas rellenas con anchoas, además de la cocina internacional.

En la 'Cúpula del Mediterráneo', como la bautizaron hace tiempo, se pueden contemplar construcciones como la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, con sus icónicas baldosas de color azul, un patrimonio arquitectónico de épocas ibera, romana y árabe, o todo el casco antiguo en su conjunto. Sin olvidar el núcleo y origen de la villa, Altea la Vella, situada a 3,5 kilómetros al interior.

El templo ortodoxo ruso construido junto a la zona residencial Altea Hills JUAN CARLOS SOLER

La artesanía se ofrece al paseante y conforma un elemento más de la decoración urbana en un auténtico paraíso para muchos rusos, que lo eligieron como lugar de vacaciones y le han dado el toque exótico de contar con el primer templo ortodoxo en España.

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