Tanto el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, como el vicepresidente, Vicente Barrera, y el conseller de Agricultura, José Luis Aguirre, han mostrado su apoyo a las transferencias hídricas desde la planta desalinizadora al área metropolitana barcelonesa prevista por el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfica.
Esta «solidaridad hídrica» sin discusión entre estos dirigentes autonómicos dará lugar, si persiste la situación de problemas de sequía en la capital catalana, a una estampa curiosa de barcos cargados con agua -a más de 300 kilómetros de distancia de sus destino- pasando junto a la desembocadura del Ebro, con su caudal intacto porque no se ve necesario recurrir a aprovecharlo.
No obstante, la ministra Teresa Ribera también ha matizado que se trata de una solución «no sostenible», lo que contrasta con las tesis expuesta por la portavoz de la Generalitat catalana, Patricia Plaja, quien sí apuesta por traer el agua por el mar de zonas «que la tengan disponible».
Prefiere este tipo de «alternativas» a la interconexión de 70 kilómetros una nueva tubería entre el Camp de Tarragona y la cuenca del Ter-Llobregat, en Barcelona. Esta otra solución está aconsejada por los técnicos de esos colegios profesionales por resolver eventuales problemas en el futuro, ya que podría resolverlos a medio y largo plazo.
El presidente autonómico catalán, Pere Aragonès, declaró que su comunidad superará la sequía «gracias a la colaboración, el esfuerzo compartido, la planificación e inversiones bien dirigidas». Tras el anuncio por parte de la ministra de esta vía de emergencia con barcos desde Sagunto, Mazón se mostró de acuerdo y recordó: «No le vamos a negar el agua a quien en su día nos la negó«.
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