Las 47 viviendas de la ciudad sin nombre

Hay muchas necesidades básicas, agua, luz, sanidad, educación, pero la que sobresale entre todas ellas es la de tener un techo donde resguardarse de los elementos, donde crear algo a lo que llamar hogar. El acceso a la vivienda era entonces la primera preocupación de aquellos emigrantes, y curiosamente ahora los políticos de todo signo se han dado cuenta que es el problema que más preocupa a los ciudadanos. Por ello, han presentado diversas iniciativas para abordar los problemas de acceso a la vivienda.

El Partido Popular organizó un cónclave de líderes autonómicos para realizar propuestas basadas en la liberalización del suelo, bajadas de impuestos y ayudas fiscales, e incremento de la seguridad jurídica en el alquiler de vivienda. El gobierno de progreso no ha tardado en reaccionar y el presidente Pedro Sánchez ha lanzado la idea de exenciones fiscales para aquellos que alquilen su vivienda a un precio tasado, idea que ha sido rápidamente criticada por sus socios de Sumar más proclives a subir los impuestos a aquellos propietarios que no lo hagan. Parece que el problema de acceso a la vivienda no lo va a solucionar este gobierno ya que tras casi siete años de gobierno las medidas que han tomado han sido más bien desincentivadoras.

Y es que desde la izquierda se sigue considerando a los constructores o a los propietarios de viviendas en alquiler como unos seres indeseables que parecen tener como único objetivo en la vida el perjudicar a las personas que quieren comprar o alquilar una vivienda. Los otros damnificados por la ideología de la izquierda son los turistas que ahora compiten por el acceso a las viviendas a través de los denominados pisos turísticos.

En su mayoría, los propietarios prefieren alquilar a largo plazo, ya que resulta más cómodo que gestionar alquileres turísticos o de corta duración. Para poner en el mercado esos pisos vacíos, basta con ofrecer seguridad jurídica que proteja a los propietarios frente a los llamados 'inquiocupas', que se han beneficiado de las reformas impulsadas por la izquierda. Si a esa seguridad le añadieses medidas fiscales probablemente el parque de viviendas en el mercado se incrementaría y con ello los precios se moderarían.

Sin embargo, el acceso a la vivienda no solo depende de la oferta de viviendas o de la seguridad jurídica; también es fundamental contar con un sistema de transporte público eficiente y servicios que faciliten la vida en las periferias. Es algo que resalta la película del 47, como es el autobús «secuestrado» para demostrar que también con él se podían llegar a los barrios del extrarradio. Las grandes ciudades crecen y cada vez más personas trabajan en ellas, pero no todos desean ni pueden vivir en el centro de estas. Por eso es imprescindible esa conexión del transporte público que permita en un espacio de tiempo razonable llegar hasta los lugares de trabajo. En el siglo XXI es imprescindible mejorar el servicio de autobuses, metros y tranvías, responsabilidad de Generalitat y Ayuntamientos, pero también el de cercanías, responsabilidad del gobierno central.

Cuando, en El 47, ves el largo recorrido que deben hacer los residentes del barrio de Torre Baró para llegar al centro de Barcelona, recuerdo a una multitud de amigos atrapados en el servicio de cercanías o la situación dantesca vivida cuando el servicio de metro se suspendió debido a la DANA, entre otras razones porque el 'único' centro de control se vio afectado.

En cualquier caso, lo que los ciudadanos esperan, más allá de las promesas de Pedro y Alberto, es que pasen de las palabras a los hechos: «Menos samba y más trabajar».