EL ÚLTIMO LIBERAL
El conseller que destrozó a la izquierda
«Ha demostrado que se puede legislar sin sectarismo y sin decretos chapuceros fácilmente recurribles. Ahora le toca ser flexible en algunos aspectos»
Pero… ¿hubo alguna vez once mil Jéssicas?
VALENCIA
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Iniciar sesión«La diferencia es que eso sobre lo que usted está hablando se lo han contado, pero yo estaba allí, solo por una cuestión de edad», le comentaba en una charla a una persona que aseguraba que el valenciano no se podía hablar en nuestra ... comunidad durante el franquismo. «Quizá, si usted se refiere a que las clases no se daban en valenciano, está en lo cierto», añadí.
La izquierda suele tergiversar partes de la historia para hacerlas parecer más gloriosas o trágicas, dependiendo de sus intereses en cada momento. La consulta celebrada recientemente en virtud de la Ley de Libertad Lingüística aprobada por las Corts Valencianes no ha sido una excepción. La izquierda volvió a resucitar a Franco, al miedo a hablar en valenciano (algo que nunca sucedió), a la idea de que Joan Fuster iba a ser eliminado hasta de Wikipedia y a la amenaza de que el nuevo libro de referencia escolar sería 'Tirando el blanco' en vez de 'Tirant lo Blanc'.
Así que se pusieron manos a la obra, convencidos de que la Conselleria de Educación, dirigida por José Antonio Rovira, iba a ser tan chapucera como la de su predecesor, Vicent Marzà, a quien le pusieron el sobrenombre de «el de los decretos tumbados». Acció Cultural y Famílies pel Valencià presentaron un recurso contra las votaciones programadas por la Conselleria de Educación, en las que las familias podían elegir la lengua base en la que sus hijos serían educados.
Me imagino al juez preguntándose: «Si la ley garantiza al menos un 30 % en cada una de las dos lenguas oficiales y permite a los padres elegir en qué lengua se imparte el 50 %, ¿por qué no solo la impugnan, sino que además no la apoyan?«. De hecho, quienes más podrían haberse opuesto habrían sido los socios de gobierno del PP, Vox, pero parece que este apoyo fue una de las últimas concesiones que hicieron sus diputados.
Cuando se denegó la suspensión cautelar de la consulta, socialistas y miembros de Compromís alertaron del caos que supondría la votación, mientras muchos padres se preguntaban por qué no podían pronunciarse sobre la lengua base cuando sí lo habían hecho sobre la jornada continua. Sobre todo, teniendo en cuenta el respeto que históricamente se ha tenido por las dos lenguas oficiales.
Al iniciarse la votación, la izquierda se resignó y promovió desde los ayuntamientos que aún controlan una campaña en favor del valenciano. Además, algunos dirigentes y docentes parecían recordar a los padres los «riesgos» de elegir el castellano, insinuando que eso implicaría «mezclar a sus hijos con inmigrantes». También abundaron las mentiras acerca de que si elegías el castellano como lengua base se podrían perder las ayudas o de que no podrían obtener los certificados de conocimiento de valenciano.
Desde el gobierno valenciano se optó por una campaña neutral que destacaba las ventajas de la votación, salvo excepciones como el presidente de la Diputación de Valencia y algún otro dirigente de peso, que defendieron abiertamente el valenciano.
Cuando el resultado reflejó un apoyo prácticamente igual para ambas lenguas, con una ligera ventaja de medio punto para el valenciano, la izquierda despertó y proclamó una gran «victoria democrática», asegurando que las familias habían derrotado a la «ultraderecha».
Sin embargo, creo que los verdaderos ganadores han sido, por un lado, los padres, que por fin han podido elegir con libertad la lengua principal en la que se educarán sus hijos. Y, por otro, el conseller de Educación, José Antonio Rovira, que ha logrado aprobar una ley razonable pese a las presiones de izquierda y derecha. Ha demostrado que se puede legislar sin sectarismo y sin decretos chapuceros fácilmente recurribles. Ahora le toca ser flexible en algunos aspectos con los centros en su adaptación y sobre todo garantizar la correcta atención de todos los estudiantes, sobre todo los que requieren apoyo educativo.
Seguro que Rovira sonríe al ver que la izquierda pide su dimisión por los resultados obtenidos, a pesar de que él no hizo campaña por ninguna de las dos lenguas. Sabe que la izquierda ha sido destrozada en esta votación democrática que intentaron sabotear desde el minuto uno.
Los resultados eran los esperados y es que nuestra comunidad tiene su historia: fuimos tierra fronteriza, y eso explica, como decía el historiador Altamira, su carácter heterogéneo. Entre otras cosas, esto nos ha hecho respetuosos con quienes deciden vivir aquí. Ese respeto es nuestra mayor virtud, y ahora cualquier padre o madre de nuestra comunidad sabe que puede elegir.
Mientras tanto, nuestros vecinos del norte se enfrentarán a una ley, suscrita por los socialistas, que permitirá expulsar a quienes no demuestren conocimientos de catalán. La izquierda puede contar cualquier historia, pero la historia es la que es, y nada impide a cualquiera leer un poco y conocer la verdad.
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