Según ha denunciado el sindicato ACAIP-UGT, esta jornada de violencia vivida este lunes pone de relieve el clima de «conflictividad en las prisiones en preocupante aumento a pesar de la reducción del número de presos».
El peligro de coger un «pincho»
En el caso del centro alicantino, en una sola mañana se produjeron tres peleas y por la tarde «la situación empeoró», con otra trifulca entre dos reclusos. Los funcionarios de servicio trataron de separar a varios implicados en otro altercado, en un corrillo donde uno de ellos ordenó a otro coger un «pincho» y le indicó dónde estaba oculto.
Ante el peligro de que empleara esta arma de fabricación casera -prohibida y escondida- el personal logró reducir a este interno y controlar la pelea «a pesar de que los implicados incitan al resto a secundarles e ir contra los trabajadores», según relatan las mismas fuentes sindicales.
En este momento de máxima tensión, uno de los participantes en la trifulca intenta autolesionarse lanzándose de cabeza contra los barrotes y resulta lesionada la funcionaria.
Tras recordar otro altercado con nueve aislados en el centro penitenciario Fontcalent, también en Alicante, y otros fuera de la Comunidad Valenciana, ACAIP-UGT lamenta que «es evidente que la aplicación laxa de las normas, y una clasificación interior inadecuada, está detrás de este aumento de los incidentes: la política penitenciaria se ha enfocado en atender a una parte de la población reclusa dejando de lado y obviando a un porcentaje de presos extremadamente violentos e inadaptados»,
A su juicio, se trata de «un buenismo que está provocando un aumento de las peleas y agresiones y enturbiando la normal convivencia dentro de los centros», además de que se opta por «maquillar las estadísticas», lo que pone en juego la «seguridad» en las prisiones.
«Desde ACAIP-UGT instamos a los responsables de la administración penitenciaria a tomar las medidas adecuadas, a fin de establecer una separación interior de internos que favorezca el trabajo individualizado que requieren y dote de los medios humanos, materiales y jurídicos», reclaman.
Y ponen el acento en que «no se entiende que los trabajadores penitenciarios, expuesto a diario a agresiones, amenazas e insultos carezcan todavía de la condición de agentes de la autoridad», una vieja reivindicación de este gremio
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