El cura de la Generación Z que versiona a Bizarrap: «No canto en misa, lo hago en internet»

A sus 41 años, este sacerdote nacido en Perú y afincado en Valencia desde 2009 compagina su trabajo en la parroquia de Patraix y en el Tanatorio Municipal con su faceta de capellán en el colegio La Purísima, donde nació su afición por versionar canciones y subirlas a internet, como método y aliciente para crear vínculos con sus alumnos, así como para digitalizar la enseñanza cristiana. «A la hora del patio siempre escucho y hablo con los chavales», relata el padre Frank a ABC.

En esos distendidos ratos descubrió gracias a sus escolares la música de Bizarrap, el productor argentino que arrasa en todo el mundo con sus colaboraciones con artistas como Shakira, Quevedo o Residente, entre muchos otros. «Me empecé a interesar por sus canciones y pensé en adaptar sus letras», explica. Así, comenzó a colgar en YouTube versiones cosplay en las que se viste como el cantante en cuestión, incluido si se trata de una mujer, como el caso de Nathy Peluso.

«Esta noche a algún cura le cae un paquete. Es criminal, mira a niños de una forma peculiar», canta en su versión de la BZRP, Vol. 11 de Ptazeta, en la que denuncia la pedofilia, «el delito más abominable». «Ni todos los sacerdotes somos pedófilos, ni todos tenemos un afán de ocultar esos delitos, todo lo contrario, somos los que más deseamos que se detecte, se expulse y se sancione a aquellos que hacen tanto mal», subraya sobre el sentido de la canción.

En la versión del tema de Zaramay, Frank critica que todo lo recaudado en impuestos por Hacienda no se ve reflejado en una mayor inversión en salud educación, «pero eso sí, que a la clase política no le falten sus privilegios». En su 'Quédate' de Quevedo, arranca el tema con «oramos toda la noche y nos dormimo' a las diez» y en la de Villano Antillano se viste de Joker para clamar contra las ideologías que solo buscan dividir «entre buenos y malos». «Lo más triste es que los creyentes conviertan su fe en una ideología más, despreciando a quienes no viven como ellos», argumenta.

Sus canciones le han llevado a ganar decenas de miles de seguidores en redes sociales, aunque bromea con que «nunca se iría a Andorra», como mucho «a su sacristía». En un vídeo con 70.000 reproducciones, explica que recibió tan solo dos euros de Youtube, por lo que su faceta como creador de contenido «no le da para vivir», pero matiza que tampoco lo pretende. Llegó en 2009 a Valencia después de licenciarse en Perú en estudios de Filosofía y Teología. Aquí, en España, cursó derecho canónico y comenzó a ejercer de cura hasta hoy.

Sin lugar a dudas, se trata de un sacerdote sin complejos y ávido de explorar nuevos e inescrutables caminos. «Tengo la esperanza de que se naturalice la presencia de la Iglesia en todo tipo de redes sociales con un lenguaje accesible», argumenta a este periódico. En esta misión, cuenta que dedica su tiempo libre, «al no poder estar ocioso viendo Netflix» a divertirse con sus vídeos y así «canalizar su hiperactividad».

De momento, no se anima a bailar en TikTok, bromea con que tiene «dos pies izquierdos». No obstante, apuesta por seguir creando contenido en internet sin rehuir de temas escabrosos ni polémicas que involucren a la Iglesia, como por ejemplo la bendición de parejas homosexuales. De hecho, tiene una sección en la que otros influencers le hacen todo tipo de preguntas incluso le cuentan chistes de humor negro, como en el caso de Tiparraco, quien le dio la idea. «¿Qué es un viaje de estudios para un cura, una luna de miel?», le llega a retar en un vídeo para conseguir que se ría.

Como clave de su trabajo, incluso como meta para que la Iglesia tenga mayor presencia en internet, defiende que los códigos y los lenguajes deben actualizarse acorde a quienes ven sus vídeos y le siguen en redes sociales. «Lo hago de modo desenfadado porque para dar la chapa ya tengo la misa, de qué sirve predicar de un modo tan sublime con el que solo me entienden los ángeles si no me comprende la gente», reflexiona.

Incluso, le han llegado a pedir en sus directos de Youtube y Twitch si podía confesar, a lo que se negó, pues tiene que que existir presencia física y simultánea entre penitente y sacerdote. «Me cuentan sus movidas y alguna vez les he recordado que estamos en público», bromea Frank.