Caso Cristina Llorca: el otro crimen atroz sin resolver por el que se investigó a Antonio Anglés

El 28 de agosto de aquel año, un agricultor halló mientras trabajaba en un campo de naranjos ubicado en la partida del Junqueral del municipio valenciano de Bétera el cadáver de una mujer joven con claros signos de haber sido brutalmente asesinada. Se trataba de Cristina Llorca Pastor, una joven de veintidós años que apareció tendida en el suelo completamente amordazada y maniatada.

Según aparece recogido en las pesquisas realizadas por la Guardia Civil tras el hallazgo del cuerpo sin vida, Cristina recibió un total de seis puñaladas y un profundo corte en la tráquea. Una imagen espeluznante que llevó a los investigadores a estudiar diferentes hipótesis, las cuales nunca pudieron identificar al asesino.

La joven, de la que sus familiares apuntaron que no tenía pareja y que «llevaba una vida ordenada», se había licenciado ese mismo verano en Ciencias Químicas. Según el relato que ofrecieron durante las diligencias, Cristina fue vista por última vez cuando se dirigía a coger el autobús para disfrutar de un fin de semana junto a su abuelo en la localidad de El Ràfol d'Almunia.

Por la proximidad temporal y otros factores compatibles, la Benemérita abrió la posibilidad de que Antonio Anglés, uno de los asesinos de Miriam, Toñi y Desirée, pudiera ser también el autor del crimen de Cristina Llorca. En concreto, las pruebas llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Toxicología confirmó que las cuerdas usadas para enterrar los cuerpos de las tres adolescentes eran las mismas que cubrían el cuerpo de la joven de veintidós años, aunque el informe descartó que fueran obtenidas de un mismo rollo, por lo que se declinó la teoría que relacionaba al prófugo todavía buscado por la Europol.

Hace seis años, la Asociación Laxshmi para la Lucha contra el Crimen y la Prevención solicitó personarse como acusación popular en la causa que permanece abierta desde aquel año en el Juzgado de Instrucción número cuatro de Lliria. No obstante, según afirmó su presidente Félix Ríos al diario Las Provincias, se encontraron con que el propio juzgado no encontraba el expediente.

Así, el caso de Cristina Llorca es uno más de la extensa lista de crímenes sin resolver en la Comunidad Valenciana, donde el mismo año también se investigó la extraña desaparición de Gloria Martínez de un centro psiquiátrico ubicado en la localidad alicantina de Alfaz del Pi. Ambos, sin lugar a dudas, se han convertido en dos tareas pendientes para la criminología española y una espina clavada para los investigadores de la Guardia Civil.

Dos casos, junto a los crímenes de Alcàsser y Macastre, que se han mantenido en el imaginario colectivo de la sociedad valenciana durante los últimos años, sobre todo durante la investigación de la muerte de Marta Calvo, quien a diferencia de los anteriores, sí encontró respuestas en la figura de Jorge Ignacio Palma, declarado culpable de su asesinato y de dos mujeres más a finales del pasado mes de julio.