«En España se ha normalizado ir a un bar y tener razón siempre»: los camareros se rebelan contra la moda de las reseñas «absurdas» en internet
El influencer valenciano Jesús Soriano (@soycamarero) critica que el «costumbrismo» ha provocado que los clientes «hablen como quieran» a los empleados y les pide «más educación y empatía»
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VALENCIA
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Iniciar sesión¿Existe la sensación de que los clientes que acuden a los bares españoles son maleducados? ¿Se respetan los turnos de los empleados del sector de la hostelería? Los últimos casos denunciados por la popular cuenta @SoyCamarero, regida por Jesús Soriano, han suscitado ... una nueva polémica sobre la relación entre comensales y trabajadores, tanto por la hora de cierre como por el trato dispensado. Una situación que ha generado un aluvión de críticas negativas en Google y TripAdvisor por parte de algunos usuarios, contra la que los propietarios han decidido rebelarse.
«Se está llevando mucho ahora dejar reseñas absurdas que nada tienen que ver con el servicio o comida del establecimiento por el mero hecho de no haberse salido con la suya por algún motivo», explica el influencer valenciano con más de 600.000 seguidores entre todas sus redes sociales.
Soriano remarca a ABC que «el costumbrismo» ha permitido «normalizar ir a un bar o restaurante a la hora que quieras, hablar como quieras y tener razón siempre». No obstante, matiza que estos casos de mala educación a la hora de servir no son recurrentes, sino más bien «el trato en sí suele ser bueno, aunque hay de todo siempre».
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«Hablando de respetar los horarios de los camareros, generalmente deja mucho que desear, falta mucha empatía en ese sentido», confirma. Al respecto, diagnostica que esta situación «mejoraría empezando con la empatía y educación, dos cosas imprescindibles que los clientes deben llevar siempre cuando van a algún establecimiento, sea el sector que sea».
Asimismo, apunta a «algunos jefes», los cuales, «en este caso deberían apoyar a su equipo y respetar sus horarios, por mucho que un cliente quiera cenar o tomar la última cuando ya se está cerrando». «Más vale tener a un equipo contento que aceptar un último pedido fuera de los horarios», subraya a este diario.
En este sentido, @soycamarero mantiene que determinar el momento en el que se deja de dar servicio es clave. «A una hora más o menos debe cerrarse el servicio antes del cierre del local, para que así exista el tiempo necesario para hacer el cierre a la hora indicada», defiende Soriano.
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El último testimonio recogido en las redes sociales de Soriano relata la mala experiencia de una clienta que se encontró la negativa de un restaurante a servirle media hora antes del cierre del local. El propietario contestó a su crítica de manera educada, apelando a la necesidad de que «hosteleros, propietarios, trabajadores y sobre todo clientes tenemos que empezar a respetar un poco más el oficio de la hostelería», empezando por «los horarios y las condiciones laborales».
Días antes, la misma cuenta compartió otro caso de un comensal que pidió una cerveza y comenzó a comer diferentes snacks y otros productos que trajo de casa, situación que expresó en una dura reseña, a la cual no dudo en contraponer el gerente del establecimiento. «Somos un restaurante, no un parque. Es de muy mala educación traer comida de otro sitio y consumirla en un local en el que se vende comida. La próxima vez pides la cerveza para llevar y te comes el pollo del Mercadona en otro lugar», escribió.
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Por otra parte, el portavoz de la asociación de restaurantes de Benidorm y comarca (Abreca), Alex Fratini, argumentaba a este periódico que lo que ocurre en la hostelería «sigue la tónica general» de otros ámbitos de la vida social. «Ocurre como en todos lados: en un estadio de fútbol, por ejemplo, ¿cuántas personas la lían?, unos pocos entre 50.000, pues en nuestro restaurante, tal vez sean tres o cuatro de cada 3.000 a los que podemos servir en un día de verano», comparó.
Pese que el hostelero evita generalizar, sí que planteó ciertos problemas a la hora de controlar estas situaciones: «Nuestra política es intentar discutir lo menos posible. Cuando pasa, tienes que mediar y es complicado, hay momentos en que estamos llenos, no tenemos tiempo y pasamos de ello y cuando tenemos más intentamos hacer entender al cliente que igual no tenía razón».
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