Las opciones con que cuentan entrañan un cambio de vida («ahora es empezar de nuevo») en cualquiera de los casos. Un traslado a otra planta de producción de Bimbo significa mudarse, porque la más cercana se encuentra en la vecina provincia de Valencia, en Paterna, a más de cien kilómetros de distancia, y la compañía sólo ofrece 15 plazas. Los mismos puestos que en Puente Genil (Córdoba), y la mitad que en Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona), precisamente donde se ha desviado la producción alicantina para este cierre en Alicante.
Aunque todavía no lo tienen decidido, a priori parece que el sentir generalizado es que van a aceptar indemnizaciones y dejar la empresa, si bien desde el comité de empresa aspiran a un «colchón» económico muy por encima de las cifras que hasta ahora se han barajado, apenas por encima del mínimo legal, con disposición a llegar a 25 días de sueldo por año trabajado.
Además, muchos son parejas jóvenes que trabajan ambos en la empresa y tienen hipotecas por haber comprado vivienda hace pocos años.
¿Y qué panorama laboral espera a quienes se acojan al despido? Por afinidad, dentro del ramo alimentario, pueden intentar llamar a la puerta de Dulcesol en Gandía (Valencia), o a una empresa de golosinas y a una tercera de zumos, todas situadas en un radio de la veintena de kilómetros.
«Los mecánicos no tendrán problema, pero el resto parece que estarán más limitados», apunta, con lo que no les quedará otra que reciclarse profesionalmente, cambiar de actividad con otra cualificación diferente.
Mientras llega ese momento post-cierre, el comité de empresa mantiene su calendario de movilizaciones con huelga los días 12, 13 y 14 de febrero, además de una manifestación en Madrid en la primera de esas jornadas de paros, en la sede central de Bimbo en Madrid, en la fábrica Las Mercedes, para la que fletarán autobuses.
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