La reseña negativa -concede una sola estrella de nota al establecimiento- suscita una opinión generalizada en el hilo: si tanto le incordiaba ese dinero tan fraccionado, no tenía más que dejarlo de propina.
«Nos atendió una chica latina de pelo rizado, pagamos en efectivo y nos devolvió 30 céntimos en monedas de un céntimo, porque decía que no tenía cambio… trabajando cara al cliente tiene que saber actuar y dar la talla en su trabajo», relata la autora de esta valoración.
Aunque, sin duda, hay otro detalle que todavía genera más desaprobación de los internautas. «La alusión a la etnia sobraba», resume uno de ellos, en una sucesión casi interminable: «La referencia a la etnicidad de la camarera me parece innecesaria y odiosa», también «lo primero que me rechina es el tufo racista» o «la descripción que da de la camarera dice mucho del nivel de quien puso la reseña» son algunos ejemplos.
En cuanto al reproche de no querer trabajar, varios seguidores del hilo razonan que si la trabajadora hubiera buscado menos esfuerzo, no se habría molestado en contar tantas monedas, por lo que algunos intuyen que debió haber alguna tensión anterior con la clienta.
Obviamente, hay consenso en que siempre que se corresponda con el importe, es perfectamente legal pagar o devolver el cambio en monedas, sean de la cuantía que sean.
Además, ponen el acento en que les parece «rácano» no dejar esos 30 céntimos de bote, una «miseria», en lugar de difundir una valoración tan dura sobre esta experiencia como consumidora, en la que cuestiona la profesionalidad de quien la sirvió por no tener -en su opinión- «ganas de trabajar».
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