Alertan de los riesgos de comprarle a los mojiteros en la playa de Benidorm: de picar el hielo en el suelo al alcohol barato o soda sin gas
Los bares deben cumplir una estricta higiene con carné de manipulador de alimentos y ofrecen el popular cóctel para llevar a la arena mientras en la venta ambulante se cobra más caro
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Iniciar sesiónAparte de la discutible comodidad de que le sirvan a uno en la playa en Benidorm, sobre la arena, sin moverse del sitio, comprarle a los mojiteros el popular cóctel cubano entraña algunos riesgos para los turistas, tal como intentan hacer ... ver los bares. Sobre todo, hay una diferencia sustancial en la higiene y los ingredientes con que se prepara en un establecimiento legal.
Sin entrar en la primera impresión al beberlo, dado que «la calidad, el sabor, depende de cómo lo preparen», el portavoz de la asociación de restaurantes Abreca, Alex Fratini, entra en otros detalles que pasan inadvertidos para el consumidor. «No entro en si está bueno o no, pero ya utilizan alcohol del más barato que encuentran, soda en botellas grandes, que cuando van preparando más poco a poco se le va el gas, disminuye el que tiene que tener un mojito, azúcar más o menos es la misma, entre blanco y de caña, pues no es obligatorio usar uno u otro, y la lima a veces ponen limón porque es más barato».
En definitiva, según su análisis profesional «cambia un poquito el sabor, pero el verdadero problema está en la seguridad alimentaria», y ahí detalla más las diferencias: «Nosotros utilizamos herramientas limpias, tenemos todos el carné de manipulador de alimentos y sabemos hacerlo, estamos encima de una tabla de corte, donde se corta sólo fruta, con cuchillos afilados y limpios, para machacar la lima, la herramienta es de un plástico duro que es alimentario».
Y luego está la materia prima del cóctel. «Mientras se nos obligan a cumplir todas las normas sanitarias, ellos los ves que compran en el supermercado y se ponen en el suelo a preparar en la calle, rompen el hielo manualmente con una bolsa de plástico que tiran al suelo y utilizan herramientas que no se pueden llamar herramientas... todo muy sucio, que puede generar un problema sanitario, porque no siguen el proceso», advierte.
La Administración exige al sector respetar, por ejemplo, el sistema HACCP de seguridad en la cadena alimentaria. «Todos los controles sanitarios los vemos un avance, también para nosotros mismos, y no queremos problemas de salud con los clientes», subraya Fratini.
El precio no cuenta, el ambiente sí
Sin contar con el precio, que es más caro con los mojiteros, a diez euros habitualmente. «Es el servicio, queremos estar aparcados cerca, que nos sirvan en primera línea de playa...», describe el hostelero.
La tarifa influye poco en plena temporada alta: «No es el factor que diferencia en este periodo del año entre un local u otro tampoco, el cliente no elige por precio, sino por servicio, quiere estar en los sitios más concurridos, las vacaciones están para disfrutar, no cambia un euro más o menos».
En cuanto a la aceptación del mojito en concreto, se vende muchos en Benidorm cuando hay ingleses, en junio, por ejemplo, mientras que con los turistas de otras procedencias tiene algo menos de tirón.
La Policía Local los disuade, pero vuelven
Con el fin precisamente de mentalizar a los consumidores de comprar bebidas a vendedores ambulantes, el Ayuntamiento y los hosteleros han iniciado hace unos días una campaña divulgativa con carteles y en redes sociales que se quiere empezar antes incluso, en Semana Santa, ya se barajó anticiparla el año pasado, aunque finalmente no se ha hecho por las elecciones.
«Tal vez hay gente que cree que es legal la venta ambulante, los ve y creen que están autorizados», explica acerca de la finalidad de estas recomendaciones a los turistas, aparte de la vigilancia de la Policía Local, si bien «luego no tienen herramientas legales para que no lo sigan haciendo, si les multan al final dicen que no tienen dinero».
Esa labor de patrullar de los agentes -incluso con barcos zodiac desde al agua y drones por el aire- «es un trabajo que sí disuade, porque te lo quitas un día o dos, pero vuelven, por eso lo mejor es concienciar al cliente, que no consuma esto y al no ver negocio, lo van a dejar».
Al fin y al cabo, se trata de una picaresca y, como anécdota, Fratini relata cómo en el caso de los trileros, otra actividad ilegal, la de las apuestas callejeras, se toman con humor este pulso con la normativas. «Han venido a verme, de buenas, bromeando y al ver publicada la noticia de la campaña, 'estás contra nosotros' comentaban, y otras veces han venido, pero a esconderse a mi restaurante, cuando habían visto llegar a la Policía Local», recuerda.
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