La crítica a una de las elaboraciones con arroz más populares de Italia es el detonante para lo que se intuye como la ruptura del buen rollo entre el propietario de un establecimiento y el comensal.
«El risotto que me sirvieron parecía fritura de calamares y sabor fatal. Los escalopines, fatal también. Siempre que fui se comió muy bien y barato, pero mi última experiencia, fatal», escribe el cliente en su reseña.
El consumidor valoró la comida con una de las cinco estrellas con las que Google permite puntuar a los locales. Eso sí, tanto el servicio como el ambiente del local le merecieron cuatro estrellas. Algo que no sirvió para calmar los ánimo del responsable del restaurante.
Su respuesta, mucho más extensa que la reseña original, se acaba convirtiendo, precisamente, en una valoración sobre la actitud del parroquiano con el bagaje de quien conoce a la persona que se está describiendo.
«Todo fatal, incluso tú aquel día estuviste fatal, estabas muy negativo, bastante pesado, muy repetitivo y bastante maleducado. Las otras veces que viniste, un cielo. Pero este último día, fatal», asevera el dueño del bar.
«No había quien te aguantara, parecías poseído. Una pena, la verdad, porque parecías súper educado y nos hemos llevado una decepción. Siento que no te haya gustado esta vez. A nosotros tus modales tampoco», zanja el escrito publicado en internet.
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