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El incendio de Chulilla devora 5.500 hectáreas

Los fuertes vientos racheados de poniente dificultaron el control de las llamas, que empezaron a quedar estabilizadas a última hora de ayer

El incendio de Chulilla devora 5.500 hectáreas

ABC

La pesadilla de las llamas volvió a la provincia de Valencia con el fin del verano y la llegada del otoño. Si los incendios de Cortes de Pallás y Andilla calcinaron los pulmones verdes del interior ahora ha llegado el turno de los municipios con masas forestales de importancia más cercanos a la capital del Turia.

El pasado domingo se originó en Chulilla un virulento incendio que mantuvo en jaque ayer a todos los efectivos que puso en juego en la lucha contra el fuego la Generalitat y la Administración central. Las elevadísimas temperaturas y las fuertes rachas de viento de poniente -en Villar del Arzobispo se registraron rachas por la noche de hasta 101 kilómetros por hora- se convirtieron de nuevo en los peores aliados para las tareas de extinción.

Por la tarde, las reglas de este macabro juego de devastación cambiaron y las condiciones climatológicas permitieron estabilizar las llamas, que calcinaron en apenas veinticuatro horas algo más de 5.500 hectáreas de superficie.

El conseller de Gobernación, Serafín Castellano, explicó que todos los esfuerzos de los 600 brigadistas y miembros de la Unidad militar de Emergencias y los 31 medios aéreos se centraron durante la jornada en «sujetar» la cabeza del incendio en Lliria y la cola en Chulilla, así como blindar el flanco sur para evitar que penetrara en otras masas forestales.

De las dos mil personas desalojadas la noche del domingo por la virulencia de las llamas, anoche un total de 221 personas siguieron fuera de sus domicilios en dos albergues provisionales ubicados en Villar del Arzobispo y Villamarchante. La coincidencia entre las personas que han tenido que ser desalojadas fue afirmar que han pasado una «una noche muy larga» y que «no han dormido nada».

El tiempo justo

Algunos de ellos tuvieron el tiempo justo para recoger sus pertenencias, ya que la velocidad de propagación de las llamas fue muy alta. «Pasamos un susto tremendo y apenas pudimos coger cuatro cositas», explicaban muchos de los afectados.

Además, más de trescientos niños de Infantil y Primaria se quedaron sin poder acudir a los centros educativos en Chulilla, Bugarra, Gestalgar y Pedralba.

Los efectos de las fuertes rachas de viento del oeste y suroeste arrastró hasta las Islas Baleares, en concreto a la ciudad menorquina de Ciutadella, el olor y el avistamiento de humo procedente del incendio forestal de estas localidades valencianas.

Los municipios afectados por el incendio hasta el cierre de esta edición fueron Chulilla, Gestalgar, Pedralba, Sot de Chera, Bugarra y Lliria y de no sufrir una variación en su evolución no está previsto que afecte a más términos de la comarca.

El viento enemigo

Las condiciones meteorológicas para la jornada de hoy hablan de la persistencia de los vientos de poniente lo que ocasionará que la humedad relativa sea muy baja y no facilite la extinción del fuego. En cualquier caso las ráfagas de viento no alcanzarán la velocidad registrada en la jornada de ayer y difícilmente superarán los 40 kilómetros por hora en las horas centrales del día.

Estos vientos son los más imprevisibles en la Comunidad, ya que los marítimos son persistentes y estables, mientras que el que llega procedente del interior de la península se va encajonando en barrancos y montañas y tiene cambios repentinos de velocidad y dirección.

Las tareas de extinción se centrarán durante la jornada de hoy en sellar el perímetro y comenzar las tareas de refresco en las zonas donde ya no hay llama para evitar que se puedan producir rebrotes como el que ayer afectó a la localidad de Chulilla y que volvió a meter el susto en el cuerpo de sus vecinos.

En cuanto a las causas del origen de este incendio declarado junto a una estación eléctrica de la localidad de Chulilla todavía no han podido ser esclarecidas. La intencionalidad no está descartada pero tampoco lo está la posibilidad de un chispa provocará el caos posterior.

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