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Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Vuelve a casa, vuelve, por Navidad

«Les damos muy pocas posibilidades para crecer. Por eso se van»

Imagen de una joven tomada en el campus de Tarongers de Valencia ROBER SOLSONA

Acaba el año 2018 y son miles los jóvenes españoles que viven fuera de España porque han tenido que salir de nuestras fronteras a buscarse los garbanzos. Buenas chicas y buenos chicos que después de dejarse las pestañas estudiando sus carreras y sus masters no han tenido más remedio que ir a buscar trabajo lejos, muy lejos, incluso “allà el collons”.

Se nos quiso vender como “toda una aventura” para nuestros chavales. Tal vez en otro tiempo, en mi época lo fue . Pero ahora no. Ahora es necesidad. La penuria laboral a la que se enfrentan aquí les lleva a sacar su talento del país y ponerlo al servicio del mejor postor. Países que se quedan con lo mejor de nuestras universidades sin haber invertido un solo duro en su preparación ni en su formación.

Es la primera generación, en mucho tiempo, que va a vivir, que vive, peor que sus padres. Peor que nosotros. Y, lo que aún es más duro, sin expectativas de futuro porque no les ofrecemos nada. Casi nada. Les damos muy pocas posibilidades para crecer. Por eso se van.

Al inicio de la crisis surgió la figura del “mileurista”. Ahora, cobrar mil euros ya es la leche para nuestros jóvenes. Bueno y para muchos no tan jóvenes. Hace un par de días hablaba de esto con una mujer, profesional muy preparada que, a sus 22 años, sobrevive en Madrid con el salario mínimo interprofesional y con un montón de horas extra al día que, por supuesto, no le pagan. Le pregunté si estaría dispuesta a salir de España a buscar trabajo y me dijo que si pudiera, sí. Pero que económicamente no podía ni plantearse emprender el viaje. ¡Cómo está el patio! Estaba ilusionada con la subida del salario mínimo pero le parecía, claro, insuficiente.

Yo no soy economista, pero soy padre . Y veo lo que hay. Y veo las dificultades de nuestros hijos para hacerse hueco y comenzar a andar su camino. Y poder pensar en el futuro. Y poder independizarse. Y comprar una casa. Y formar su propia familia… Son frases que parecen de ciencia ficción, ¿verdad? Pero son la aspiración de cualquier ser humano.

Imagen de una joven tomada en el campus de Tarongers de Valencia ROBER SOLSONA

Ahora, encima, nos enteramos de que el sistema de becas para nuestros universitarios no va a cambiar y que, hasta bien empezado el curso no van a saber lo que van a recibir. Así les añadimos un poca más de incertidumbre y, de paso, ponemos a los padres al borde del colapso. Vamos, que lo hemos cambiado todo para que no cambie nada. Me encanta!!!

Esto es un drama. El de un Estado que ha fracasado en sus planteamientos y que ha defraudado a los jóvenes en sus expectativas. Eso por no hablar de si se defrauda o no a los jubilados, pero esa es otra historia, o tal vez no, porque no olvidemos que de las cotizaciones de los trabajadores jóvenes dependen las pensiones de los más mayores. Pero claro, si lo jóvenes cobran sueldos de mierda ya se pueden figurar dónde puede ir a parar el sistema público de pensiones. Pero insisto, esa es otra historia y hoy estoy hablando de jóvenes.

Sólo les hago una pregunta a ustedes y, de paso y con permiso, a los responsables políticos de turno: Realmente ¿estamos haciendo lo suficiente? Espero su respuesta con hechos, pero yo, sinceramente creo que no.

Si aquí tienen contratos precarios, sueldos mínimos y horarios infames después de haberse dejado la vida estudiando, seguirán marchándose de España para buscarse la vida. Una lástima .

Pero no se preocupen. Volverán a casa, cada año, por Navidad, como en los anuncios de turrón. Eso, con suerte.

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