Los universitarios confinados en Valencia: «Estamos pagando justos por pecadores»

Mientras, las cafeterías, autoescuelas o hasta ópticas ubicados en los bajos del edificio continuan su actividad ajenos a lo que ocurre un par de pisos más arriba. Dos chicas charlan entre ellas de balcón a balcón pero declinan hacer comentarios sobre lo ocurrido: «Solo puedo decirte que estamos pagando justos por pecadores» . Se refieren a la decisión del Gobierno valenciano de confinar a los 650 residentes durante ocho días para evitar más contagios.

Otros aprovechan para fumar, llamar a sus padres y contarles cómo llevan el aislamiento o se asoman a la ventana -muchas de ellas abiertas a esta hora para ventilar las habitaciones- para ver el goteo de cámaras que graban la fachada del edificio. Son protagonistas involuntarios del mayor brote de Covid-19 detectado en la Comunidad Valenciana .

«Lo están viviendo mal y les cabrea que, aunque algunos se lo merezcan, otros tengan que estar encerrados», cuenta el compañero de clase de un residente a ABC. De momento, los positivos detectados entre estudiantes del Galileo Galilei son asintomáticos y el foco no ha perjudicado a los trabajadores del centro.

Pero no han sido los únicos afectados. El temor a que el foco se traslade a otras universidades de la ciudad y su área metropolitana -en el colegio mayor viven también alumnos de otras facultades- ha obligado a cancelar hasta el 16 de octubre las prácticas de los estudiantes de Ciencia de la Salud de toda la provincia.

« Ahora parece que todos hemos sido unos santos . Pero no. Todos hemos salido de fiesta a algún piso», explica el mismo joven, que cree que a muchos lo que está ocurriendo les servirá de escarmiento.

El confinamiento en una habitación compartida de veinte metros cuadrados no es fácil para otro de los entrevistados: «Ha pasado y lo tenemos que asumir. No es agradable y nos sentimos mal». «No solo nosotros tenemos la culpa de los que está pasando. La gente no se lo toma en serio. Lo veo en los bares, en los pisos de estudiantes... », lamenta.

La fiesta se celebró el 26 de septiembre pero los vídeos en redes sociales no les delataron hasta días después, cuando empezaron a detectarse los contagios. En ellos se puede ver a un nutrido grupo de jóvenes -más de un centenar- en la terraza del edificio bailando y bebiendo sin mascarillas y sin guardar la distancia de seguridad.

Algunos han intentado disfrazarlo como un «tardeo» improvisado que se fue de las manos, pero lo cierto es que todos ellos vestían ropa blanca, al estilo de las fiestas ibizencas. «Fue algo puntual y no estaba organizado. No es habitual que ocurra esto en la residencia. La gente escuchó ruido y fue subiendo con su grupo de amigos », explica uno de los asistentes.

«Cuando llevaban un rato alguien avisó y al momento subieron y vieron que había gente a los que obligaron a irse», explicaban fuentes del Galileo Galilei a EFE. La dirección asegura que desconocía que iba a llevarse a cabo el evento, en el que según ellos participaron alrededor de cincuenta personas.

Argumentan que al haber menos personal los fines de semana -uno en recepción hasta las nueve de la noche y luego el de seguridad- no se oyó lo que ocurría en la terraza.

Por el contrario, algunos estudiantes aseguran que se vienen quejando desde principio de curso de que el colegio -con precios que oscilan entre los 635 euros por una habitación triple y los 1.295 que cuesta el ático con terraza- no se ha adaptado como debería a la pandemia.

«No tiene las medidas necesarias: no se guardan las distancias en las colas del comedor , no se controla el aforo en el gimnasio, ni en las zonas comunes...», comenta una de las estudiantes confinadas a este periódico.

Alude también a la falta de comunicación interna en el centro y critíca que «nos enteramos de las cosas por los medios de comunicación». Un extremo que comparte otro de los entrevistados: «Entiendo que estén desbordados pero la poca información da pie a muchos bulos aquí dentro».

La Policía ya ha iniciado una investigación para esclarecer los hechos y depurar responsabilides . De hecho, los agentes del cuerpo autonómico se personaron en la residencia este martes para informar de ello a sus responsables.

Se enfrentan a una multa de entre 30.001 y 60.000 euros o incluso a la clausura del local o la suspensión de su actividad por un periodo máximo de tres años. El comité de disciplina del colegio también ha abierto un expediente con la intención de colaborar con la Generalitat.

Por su parte, el rector de la Universidad Politécnica, Francisco Mora, tampoco ha cerrado la puerta a sancionar a los estudiantes implicados , pero no a la residencia, que actúa de forma independiente aunque se establezcan sinergias en algunos asuntos. El máximo responsable de la institución se preguntaba este lunes sorprendido «cómo al colegio mayor se le pudo escapar que se celebraban esas fiestas». Es la respuesta que las autoridades deberán contestar en los próximos días.