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Perros que no eran mascotas

DIGO de un tiempo en que los perros iban bien sazonados de pulgas, de puro flacos, que no se ataban con longanizas... porque no había longanizas. Y no les llamábamos «mascotas» porque con ese nombre se denomina a los «perros de compañía» y por entonces solo había unos pocos perros de caza y muchos perros callejeros. Entonces tenía varios -de raza pastor alemán, claro- en su residencia en el Tirol, Adolfo Hitler, negando así la cantinela que quien ama a los perros ama a los hombres. Como aquella hija de la Gran Bretaña a la que le oí decir: «como buena inglesa me gustan más los perros que los niños». De aquellas carencias a estas abundancias, con kilómetros y kilómetros de estantes con latas, cajas y bolsas de comida para perros, a cual más exquisita y vitaminada...

He vuelto a un tiempo atrás porque hace unos días les oí decir a unas detractoras de las corridas de toros que su asociación defiende los «derechos de todos los animales... incluidos los humanos». Sin aprovechar el tempus para citar a Bibiana Aído y su concepto de lo humano, fácil es recordar que lo de los derechos humanos no pasa de ser una solemnísima declaración de las Naciones Unidas, en pergamino, letra gótica y pendoleos.

Porque de ahí arriba, de donde vienen tantos que no se quiere que maten a los toros, de allá bajan aquí científicos tercos y atosigantes que estoquean y apuntillan ¡palabras vivas!, expandiendo de arriba abajo una pantanada ideológica, ese síndrome codicioso cuyos síntomas son su fundamentalismo mórbido, su integrismo neurótico, su bulimia atrófica y una querencia rapaz espasmódica. Nos ofrecen el desguace filológico local y la integración en la salvífica doctrina de la redención por el seny, a sabiendas de que «una lengua es el instrumento más importante para imponer una ideología», aunque el «culé» Laporta proponga otros métodos «con ejército y servicios secretos catalanes». Lo último en su estrategia de conquista para un nuevo «repartiment» está en preservar la identidad a través de TV3.

Para ello han preparado un nuevo «libro de estilo» en el que «términos como país, nación, nacional, gobierno y Parlament», entre otros, se refieren a Catalunya si no se indica lo contrario. Se permitirá el uso del castellano de forma «excepcional y justificada», validando la expresión «Países Catalanes» referida al «conjunto de territorios de habla catalana desde el punto de vista histórico, lingüístico o cultural».

Mercenarios, profesores de causa y convoluto de aquí que hacen de una simple opinión una ciencia contumaz, acérrima y chantajista, tienen aquí en somatén permanente a Eliseu Climent, a quien Carod acaba de obsequiar con 400.000 euros para satisfacer a tanto incondicional del momio y la gollería.

Por cierto, en la «Catalunya Nord» -Perpiñán, Montpelier... - en recientes elecciones regionales, los candidatos catalanes no entraron ni en la primera vuelta. Por lo visto allá prefieren el champán al cava. los «escargots» a la botifarra.

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