El perfil del consumidor de cannabis en Valencia: joven de 21 años que vive con sus padres y tiene un camello habitual

Las entrevistas, realizadas entre 2010 y 2014, permitieron recoger datos de edad y sexo, procedencia de la droga o lugar de compra habitual y diversos aspectos relacionados con los hábitos de consumo de cannabis: tipo de droga (marihuana o hachís) y cantidad consumida, así como lugar, momento y frecuencia de consumo. En total, los resultados de la tesis de Rosa Izquierdo proceden de entrevistas a 57 consumidores realizadas en lugares de ocio, que cedieron para su análisis un total de 73 muestras del cannabis que estaban consumiendo. Según destaca la autora de la tesis, “lo valioso de este estudio con respecto a otras encuestas sobre consumo de drogas es que su metodología permite analizar simultáneamente aspectos sociales-etnográficos, botánicos y químicos de la droga consumida en los contextos de ocio de la Comunidad Valenciana ”.

Entre las tendencias de consumo detectadas en la tesis de Rosa Izquierdo, defendida en la CEU UCH, destaca que las mujeres se inician y cesan antes en el consumo de cannabis que los hombres. Además, junto al descenso en el consumo al llegar a la edad adulta, hay sin embargo una tendencia a un mayor consumo en la población estudiante. En la edad adulta el consumo ‘muy frecuente’ (a diario) lo realizan aquellos consumidores que trabajan, mientras que entre la población desempleada es ‘frecuente’ (más de una vez a la semana).

La investigación de Rosa Izquierdo también revela que el consumo mayoritario de marihuana y hachís se realiza en momentos de ocio, es decir, se trata de un consumo recreativo y en compañía. En cuanto al contexto o lugares de consumo, entre los más jóvenes la tendencia es a consumir en fiestas, festivales o macroeventos, mientras que los consumidores de mayor edad lo hacen en pubs o locales cerrados. “Lo más alarmante –destaca Izquierdo- es que se detecta una baja percepción del riesgo entre los consumidores esporádicos, que no asocian el consumo con ningún peligro para la salud. También destaca la tendencia a la convergencia entre el consumo muy frecuente, residir en una casa de forma independiente y practicar el autocultivo del cannabis que se consume”.

En cuanto a la tendencia del consumidor tipo detectado en el estudio, este puede identificarse con un varón, de 21,5 años de edad, que reside en el hogar familiar y obtiene la droga a través de un ‘camello’ habitual, más que de amigos, familiares o internet. “Una de las tendencias detectadas en el perfil del consumidor en la Comunidad Valenciana que contrasta con los resultados de los estudios a nivel europeo es que, en nuestro entorno, baja la mediana de edad entre los consumidores esporádicos y habituales y aumentan los consumidores que no son económicamente independientes: se trata de estudiantes que realizan un consumo frecuente o muy frecuente, aunque pese a ello no manifiestan tener problemas familiares”, destaca la autora de la investigación.

En los análisis botánicos y químicos realizados sobre las muestras de cannabis donadas voluntariamente por consumidores en lugares de ocio, Rosa Izquierdo destaca: “Existe una gran variabilidad en el grado de riqueza de cannabinoides en la marihuana que se consume en la calle. Pero es muy preocupante la generalización de la idea de que las drogas vegetales, como en este caso el cannabis, son inocuas por ser naturales. Además, el cultivo casero proporciona una sensación de seguridad en los consumidores, que es falsa”.

Tanto en las muestras de marihuana como en las de hachís analizadas se hallaron adulterantes, observándose “materias extrañas como fibras textiles, papel y hongos filamentosos, a lo que se suma que todas las muestras presentan bastante suciedad de naturaleza orgánica”.

La investigación de Rosa Izquierdo Palomares para su tesis doctoral defendida en la CEU UCH ha sido dirigida por las doctoras Pilar Soriano Guarinos, del Departamento de Botánica y Geología de la Universitat de Valencia, Teresa Ortega Hernández-Agero, del Departamento de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, e Isabel Martínez Solís, del Departamento de Farmacia de la Universidad CEU Cardenal Herrera. El trabajo ha sido financiado mediante proyectos de la FEPAD (Fundación para el Estudio, Prevención y Asistencia de las Drogodependencias) de la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana, en los años 2010, 2011 y 2012, cuya investigadora principal ha sido la doctora Isabel Martínez Solís, de la CEU UCH.