«Operación Triunfo», playa y un sol abrasador: Valencia vive con total normalidad la llegada del Aquarius

Ajenos a una llegada masiva en la que los ojos del mundo mirarán a Valencia, los jóvenes solo se preocupaban por escoger el mejor sitio para ver un concierto de Operación Triunfo .

Valencia ha vivido la jornada previa a la llegada del Aquarius con absoluta normalidad. La luz del sol ha sido durante la tarde del viernes tan intensa como cegadora. Las playas se llenaron de gente, locales y extranjeros, deseosos de disfrutar de unas temperaturas veraniegas que se hicieron esperar. En los restaurantes, algunos turistas daban, borrachos, golpes en las meses mientras reían a carcajadas. Un grupo de mujeres mayores comía paella y brindaba con whisky J&B. En las sobremesas no se hablaba del Aquarius.

Detras de las verjas de Cruz Roja los rostros eran otros. Cansancio, estrés, preocupación pero, a la vez, esperanza . Parecía que un mundo giraba en torno a los inmigrantes, con las ONGs y los periodistas buscando la última noticia y, por otro lado, los valencianos cuya vida sigue su curso.

Sin embargo, todos estaban al tanto y expectantes ante la llegada de los inmigrantes. « Sabemos que vienen y nos parece bien , de hecho, me preocupaba que llegaran donde se iba a celebrar el concierto, se lo iban a pasar mal», dice Claudia, una joven de 20 años que se dirigía con sus amigas al concierto de OT.

Y es que, inicialmente, la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra , había decidido que el Aquarius desembarque en la Marina, una zona del puerto donde atracan yates y embarcaciones de recreo y en el que la afluencia de gente es considerable. Finalmente, los técnicos desaconsejaron esta ubicación para el atraque y se realizará en el muelle de cruceros, con más medidas de seguridad.

« Me parece bien la acogida, de hecho, tendrían que venir más », agregó Ana. De opinión distinta es Juan Carlos: «Creo que son demasiados, lo ideal hubiera sido ayudarlos desde sus países», dice este joven de 14 años al enterarse del número de inmigrantes.

Un hombre de unos 40 años, que no dio su nombre, no quiso dar su opinión: «No quiero hablar de este tema, me pongo de mala "hostia"», espetó.