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Ferran Garrido - Una pica en Flandes

La nueva izquierda

«Para hacer entender el mensaje el método empleado nunca debe superar la capacidad de razonamiento de los ciudadanos»

Imagen de archivo de Mónica Oltra e Íñigo Errejón durante un mitin en Valencia MIKEL PONCE

Cada cual tiene sus momentos para todo. Cada uno elige cuándo y cómo. Bueno, no siempre, porque como aquí la realidad suele superar a la ficción y nos damos de bruces con circunstancias que no nos ponen precisamente en situación de elegir el momento para según qué cosas.

Llevo varios días, bueno en realidad mucho más tiempo, dándole vueltas a lo que está pasando con Podemos , ese partido político que se nos presentó como la nueva izquierda para convertirse en un mito que, poco a poco se está desmontando al fagocitarse a sí mismo en un proceso de autodestrucción que me tiene a caballo entre la estupefacción y la desilusión de la gente.

A mí se me cayó del pedestal al ver lo sucedido con Antonio Montiel , ese hombre culto y dialogante, demócrata a carta cabal, que dirigió sus máximos órganos en la Comunidad Valenciana, Consejo Ciudadano creo, hasta que se lo quitaron más o menos de en medio. Fue cuando me di cuenta de que la “democracia orgánica” es un tic muy implantado en la cultura política española y que, al final de las cosas, siempre se hace lo que le sale de las pelotas al que manda. Más o menos.

Lo de que Íñigo Errejón haya emprendido un camino por su cuenta, de la mano de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena , estaba cantado.

Imagen de archivo de Mónica Oltra e Íñigo Errejón durante un mitin en Valencia MIKEL PONCE

La gametogénesis podemita empezó hace mucho tiempo cuando las organizaciones de los territorios se dieron cuenta de que la opinión de las inscritas y los inscritos contaba poco para la dirección del buró político central.

Quien bien me conoce sabe que le aprecio en lo que vale, a Errejón digo, y que llevo meses diciendo que acabará en las filas del PSOE, que de hecho, y a la hemeroteca me remito, ya le está abriendo sus puertas. Y qué quieren que les diga, me parece una evolución muy lógica. Por si algo faltaba, Ramón Espinar pone pies en polvorosa y Carolina Bescansa ya hizo lo propio. Además se está librando una guerra interna en la que los tuits se usan como munición. O sea, que no es tan interna.

Yo creo que el fallo ha estado en el método, en la falta de comunicación y en una serie de errores de bulto que han dejado a esta nueva izquierda a los pies de las fórmulas de la vieja izquierda. A ver, que no soy yo el que dice que haya una vieja y una nueva izquierda, que lo decía Pablo Iglesias desde mucho antes de instalarse en el casoplón de Galapagar en un intento de hacernos entender la diferencia entre los unos y los otros. Yo, que soy un “progre conservador” o un “conservador progre”, lo mismo me da, prefiero apostar por las fórmulas clásicas de la política, pero esa es otra historia en la que los partidos clásicos también tiene mucho que arreglar.

Tal vez lo que ha fallado en Podemos ha sido eso. Que para entenderles, a veces y con todos mis respetos, hace falta un diccionario “ español-podemos, podemos-español ” a ver si así podemos aclararnos con las nuevas terminologías que, al final y visto lo visto, son lo único nuevo de la nueva izquierda.

Para hacer entender el mensaje el método empleado nunca debe superar la capacidad de razonamiento de los ciudadanos. Y la gente, en España, no comulga con ruedas de molino.

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