La huerta de Europa busca otras fuentes sin renunciar a trasvases del Tajo al Segura

«La desalación está muy bien para el abastecimiento urbano y para la industria, donde a nadie le pica el recibo del agua, sino el energético», explica José Carlos Verdú, agricultor de cuarta generación en La Murada, en la Vega Baja alicantina. Considera más viable enviar estos caudales ilimitados de agua del mar a las hogares y a las empresas para luego reutilizar las aguas residuales ya depuradas en las urbes más grandes, como la ciudad de Alicante donde, además, se les quitaría un problema de encima.

Porque lo que muchos turistas del interior de la Península Ibérica no saben –y en esta zona predominan los madrileños y castellanomanchegos, por cercanía– es que cuando se bañan en la Playa de San Juan o en la Albufereta, unos metros mar adentro hay unos «emisarios» que vierten esos desagües tratados para que no sean nocivos para la salud. Aunque sin ningún riesgo, probablemente más de un bañista de la meseta preferiría saber que ese caudal turbio se deriva a las huertas en lugar de diluirse en el Mediterráneo.

De hecho, por los grifos de muchas casas alicantinas ya hace tiempo que sale agua desalinizada y en Torrevieja se encuentra la planta más grande de Europa, pero el coste triplica en consumo eléctrico el de bombear agua del trasvase y –según cálculo del sector agrario– podría alcanzar casi el euro por metro cúbico del precio final, incluida la distribución. Se trata de una cifra inalcanzable para la agricultura. En la Comunidad de Regantes Cuarto Canal de Poniente, una de las que más agua del Tajo-Segura consume, también están a la cabeza en productividad, con la mayor rentabilidad por hectárea, obligados porque «los precios están estancados desde hace cuarenta años».

Y para conseguir ese progreso, han tenido que reinvertir de forma constante en nuevas variedades de cítricos , algunos más tempranos y otros más tardíos, que los que se cultivan en Valencia y Castellón, las zonas tradicionalmente más pujantes en estos frutos, donde han intentado sin éxito replicar esos frutos de fuera de temporada en la Vega Baja. «A veces oigo eso de porqué nos empeñamos en cultivar aquí, si no hay agua, pero es que esto no se puede hacer en ningún sitio; te alejas cuatro kilómetros más del mar y la temperatura baja a cuatro grados bajo cero en lugar de dos bajo cero y ya no funciona el mismo árbol», detalla Verdú, agrónomo que rechazó ofertas de trabajo como técnico en empresas grandes del ramo en Alicante y se marchó a una finca de su familia donde multiplicó la rentabilidad gracias al trasvase.

Su bisabuelo vendió en otro municipio situado más al interior –Pinoso– unas tierras y, con ese dinero, pudo comprar una propiedad diez veces mayor en esta pedanía de Orihuela, cuando aún era un secarral de matorral bajo, tal era la diferencia del valor de mercado. Luego, al contar con agua, de unos 30.000 kilos de almendra de cosecha anual pasó a varios millones de kilos de cítricos.

«Aquí solo había cereal, olivar y uva de vino de secano, con un clima semiárido , y al llegar el trasvase se pasó a uva de mesa, limones, naranjas, mandarinas ...», recuerda este productor que ahora ejerce como secretario en esta comunidad de regantes. «Si vamos a contar con un 30% o un 40% menos de agua del trasvase, ¿hacemos un sorteo entre los 2.700 comuneros y les decimos a 300 o 500 que dejen secar sus árboles?», se pregunta, para concienciar sobre la repercusión de los recortes aprobados, pendientes ya solo de alegaciones en los próximos seis meses .

«El motor económico sigue siendo el trasvase, además con esa rentabilidad podemos seguir investigando en otros recursos; hemos adaptado variedades para esas otras aguas reutilizadas, invertido en riego localizado, con atomizadores y otros equipos, tecnología para automatizar que mide el grado de hidratación y nos indica cuándo abonar», precisa Verdú. En 20 años, él ha replantado tres veces todos sus árboles, en esa búsqueda constante de más rentabilidad con menos riego. Otra idea podría consistir en retener con algún tipo de presas pequeñas en las ramblas las aguas que causan inundaciones con las lluvias torrenciales, cada vez más frecuentes por el cambio climático.

En cualquier caso, la base tiene que ser la aportación del trasvase. «¿Se imagina alguien que en la industria las empresas no supieran con qué energía pueden contar para el año que viene?», compara este agricultor.

«No hay alternativas al trasvase. Si se reduce o desaparece, desaparecerá todo el sector, y con ello, más de 100.000 empleos directos , o más de tres mil millones de aportación al PIB ». Es el pronóstico de Javier Berenguer, presidente de la Comunidad Riegos de Levante , con sede en Elche, una de las más numerosas que utilizan el acueducto Tajo-Segura (22.000 agricultores). «No es posible mantener un árbol con la mitad de agua; se secará. Si la alternativa es reducir entonces el número de árboles a la mitad, dejará de ser rentable la producción y supondrá la ruina de los agricultores que ya lidian con precios bajos y mucha competencia», razona, sobre las razones de este impacto irreversible . En este contexto, el sector continuará con su reivindicación de continuidad en las mismas condiciones. «Nuestro futuro va ligado a la permanencia de los recursos del trasvase en los volúmenes actuales. No hay alternativas. Vamos a seguir exigiendo que siga llegando a nuestras tierras el agua que necesitamos», apostilla Berenguer, también directivo del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura ( Scrats ).

El presidente de esta agrupación de comunidades de regantes, Lucas Jiménez , anunció medidas legales –además de alegaciones – contra la elevación del caudal ecológico hasta 8,25 metros cúbicos por segundo en Aranjuez, la puntilla para los trasvases, de forma progresiva en cinco años. Por su parte, el presidente de Asaja-Alicante, José Vicente Andreu, llamó a los agricultores a votar contra los socialistas tanto en las próximas elecciones generales como en las autonómicas para «sacar al PSOE del Gobierno», en Madrid y en la Generalitat Valenciana.

El presidente de los Geógrafos Españoles, Jorge Olcina, catedrático de la Universidad de Alicante y responsable del Instituto Universitario del Agua y las Ciencias Ambientales, y Javier Berenguer, presidente de la Comunidad de Riesgos de Levante, coinciden en que queda recorrido para la investigación en el aprovechamiento de aguas reutilizadas en la agricultura, aunque discrepan en la viabilidad de los trasvases del Tajo al Segura.

El cambio climático trae menos precipitaciones, pero igual que se construyeron los dos embalses de la cabecera del Tajo para los trasvases al Segura. ¿No se podría realizar una conexión del Ebro o el Duero hacia el Tajo para compensar esas menores lluvias?

Jorge Olcina. No se puede seguir engañando a la gente, especialmente a los agricultores del sureste con ideas y propuestas de nuevos trasvases. En el contexto de cambio climático, los trasvases no son solución, sino que se convierten en un problema porque hay menos precipitaciones, menos recursos hídricos fluviales y por tanto menos agua sobrante para poder trasvasar. De manera que las tensiones y conflictos entre cedentes y peticionarios se agravan. A la gente hay que contarle la verdad. No va a haber nuevos trasvases, por razones climáticas. A lo que se suman los intereses políticos en cada territorio. Quien no quiera entender esto, no comprende la realidad climática y político-territorial de nuestro país. Con mucha dificultad hídrica se va a poder mantener el Tajo-Segura, porque actualmente es indispensable para el sureste ibérico, pero cada vez tendrá una menor dotación, por cuestión climática. Por tanto, hay que buscar soluciones reales para garantizar las demandas necesarias en el sureste, especialmente las agrarias. Y soluciones hay. Otra cosa es que mantener la situación actual es lo fácil. Si necesito agua, que me la traigan. Pero las condiciones de base han cambiado con el cambio climático y eso es lo que no se quiere entender.

Javier Berenguer. Por supuesto que esta vía sería una solución lógica y esperada. La hemos propuesto desde el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura desde hace varios años, basada en informes de científicos y expertos en la materia, pero no ha sido tenido en cuenta en ningún momento por ninguno de los gobiernos a los que se le ha presentado; ni el actual, ni el anterior.

Los agricultores argumentan que solo con agua desalada no pueden regar sus cultivos, que tiene que mezclarse con caudal no desalado. La excepción es la granada de Elche. ¿Qué efectos tiene sobre la tierra el caudal de una planta desalinizadora?

J. O. Las aguas desaladas son aguas destiladas, con una pureza enorme. Lo que ocurre es que tienen que mezclarse con otras aguas, con más sales, para que puedan usarse con fines agrarios y urbanos. Pero la tecnología de desalación hoy por hoy produce aguas con demasiada calidad. Los efectos de regar con estas aguas, mezcladas con otras aguas sin desalar que tengan sales, son mínimos sobre el suelo. Al contrario, los suelos sufren incluso menos que si se riegan con las aguas no desaladas que se usan actualmente.

J. B. El uso de agua desalinizada elimina el aporte de nutrientes a los cultivos, ya que procede de agua de origen marino a la que se eliminan todas las sales, aunque no todos los componentes, como el boro, que permanece en un grado elevado.

La granada de Elche admite bien agua de río, pero tiene los mismos problemas que el resto de cultivos con el agua desalinizada: acumulación de boro en el terreno. Su efecto está siendo todavía objeto de estudio por parte de expertos ya que la utilización de este recurso es relativamente reciente.

La otra alternativa a los trasvases aludida suele ser la reutilización del agua, pero los regantes aseguran que están a la cabeza de Europa en ese aspecto. ¿Quedan fórmulas de reaprovechamiento no conocidas o no implantadas? ¿Hay otros medios más para un uso más óptico de las reservas?

J. O. Por supuesto. Pero requieren inversión económica urgente. Deben mejorarse las plantas de tratamiento de aguas residuales de forma inmediata, apostando por sistemas terciarios y de osmosis, para que pueda alcanzarse una reutilización total real de todos los caudales depurados. Cuando se dice que en el sureste ya se reutiliza el 98% de las aguas depuradas no es cierto. Ese porcentaje es la dotación teórica existente por derechos concesionales. Pero en absoluto se está utilizando esa cantidad de aguas residuales. Entre otras cosas, porque la calidad de las aguas depuradas no es la adecuada para utilizarse para regar algunos cultivos. Además, es urgente construir las infraestructuras necesarias para llevar esas aguas desde las plantas de depuración a los campos de cultivo. Y en cuanto a la desalación, debe conseguirse rebajar el coste actual de la desalación para uso agrario, porque la ciudad sí que puede pagar el coste actual. El Gobierno debe buscar fórmulas para poder rebajar el precio del agua desalada. Es un tema complejo porque las normativas europeas, de momento, lo impiden. Pero ahí está la labor que debe hacer un Gobierno, del signo político que sea, para garantizar las demandas de aquellos territorios con déficit natural de lluvias y de aguas convencionales.

J. B. Es cierto que en el Levante español se reutilizan prácticamente la totalidad de recursos disponibles de aguas procedentes de plantas depuradoras, pero todavía hay algunas actuaciones más que se pueden ampliar localmente y estamos luchando para que esto se lleve a cabo cuánto antes.

Lo que es evidente es que en el resto del territorio esto no se está realizando de la misma manera que aquí. Solo con el agua que se obtendría de una depuración correcta del agua que genera la Comunidad de Madrid, tendríamos para abastecer de agua de riego al Levante, y aún sobraría…

Por lo que respecta al resto de actuaciones, todavía hay zonas que no están modernizadas y carecen de riego por goteo, aunque es solo una pequeña parte. También se están estudiando e invirtiendo en nuevos métodos de cultivo que todavía den una vuelta más de tuerca al ahorro en el consumo de agua. Por nuestra parte no queda, para maximizar todo lo posible el recurso de nuestro bien más preciado.

Desde el Ebro sí se efectúan trasvases hacia el norte, a Cataluña, ¿tan descabellado resultaría crear las conducciones también hacia el sur?

J. O. Recordemos que el Ebro desemboca en Cataluña, por tanto, es un territorio directamente «usuario» de dicha cuenca. Ya se vio que ese trasvase lo rechazaba un Gobierno regional que compartía signo político con el Gobierno central de entonces. Si se quiere volver a lo de antes, pues adelante. A ver qué Gobierno se atreve a desarrollarlo. Independientemente de que desde el punto de vista ambiental es una barbaridad. Por no hablar de las indicaciones contrarias a los trasvases de agua que nos vienen desde Europa. Reitero que a la gente no se le puede seguir engañando con promesas de trasvases que nunca se van a hacer. Hay que ofrecerle soluciones realistas y al alcance de la mano. El problema de la planificación del agua en España es la politización de la misma. Aquí si eres trasvasista eres de derechas y si eres de desalación eres de izquierdas. Esto es una absoluta tontería. A los territorios, a los ciudadanos, hay que garantizarles el uso del agua por encima de las ideologías políticas. Y nos viene un contexto muy complejo como es el cambio climático, que también debe quedar fuera de las luchas políticas. Nos vienen tiempos diferentes, complicados, en lo climático. La política debe estar a la altura y debe encontrar soluciones al problema del agua en este escenario, desde el diálogo, sin confrontaciones, sin demagogia, sin engaños. En planificación hídrica, lo más importante es el dialogo entre las partes y la búsqueda de soluciones realistas que se obtengan desde el consenso, sin imposiciones.

J. B. No solo desde el Ebro: en España hay más de 40 trasvases en pleno funcionamiento y solo el del Tajo al Segura está cuestionado.

Sí es cierto que se mira al Ebro como a un río que de forma cíclica sufre grandes crecidas e inundaciones que solo perjudican a los territorios que inundan, y sobre esto no se ha realizado actuación alguna para aprovechar estos excedentes en favor de otros territorios que sufren sequías estructurales.

En definitiva, si la combinación de sol y agua genera la riqueza en la agricultura, dado que el clima no se puede transportar al interior de la Península Ibérica, si tampoco se pueden llevar recursos hídricos a la zona levantina, ¿hay que renunciar a la llamada «huerta de Europa»?

J. O. Por supuesto que no. Y por eso hay que buscar soluciones realistas. Ese argumento de que el sol no se puede transportar y por tanto que se transporte el agua es de una demagogia atroz. Quién dice que el clima no se puede transportar hacia el interior de la península. El problema actual del trasvase Tajo-Segura, precisamente de la disminución de recursos en la cabecera, está en relación con el traslado de las condiciones de lluvia «mediterráneas», en sustitución de las «atlánticas» a la Cordillera Ibérica, al área de los Montes Universales. Desde que Lorenzo Pardo diseño el trasvase Tajo-Segura, la cabecera del Tajo ha perdido 200 litros por metro cuadrado al año de lluvias y las proyecciones climáticas señalan un descenso del 10% respecto a lo que cae actualmente para 2050. O sea, que cada vez va a estar más comprometido poder disponer de recursos para trasvasar mensualmente.

El que emplee ese argumento de que el clima no se puede transportar y por tanto que se transporte el agua es que no conoce la realidad climática de nuestro país en la actualidad, en el contexto de cambio climático. Por tanto, dejemos de engañar a la gente con estas afirmaciones. La agricultura del sureste peninsular va a seguir siendo una de las más importantes de Europa, claro que sí. Ahora toca buscar una solución que garantice el abastecimiento de sus demandas de agua para décadas, en un contexto de cambio climático donde algunas zonas de España, como el sureste y la cabecera del Tajo, van a registrar menos precipitaciones y por tanto menos recursos hídricos disponibles. Este es el contexto difícil con el que hay que trabajar para buscar soluciones, sin demagogias, sin imposiciones, sin demandas de nuevos trasvases utópicos que nunca van a desarrollarse. O entendemos esto o nunca tendremos una solución efectiva al problema. La gente valoraría muy positivamente que los dos partidos políticos mayoritarios de nuestro país se sentarán y se pusieran de acuerdo para encontrar soluciones, en lugar de animar la confrontación.

J. B. No solo no hay que renunciar, sino que hay que defenderla con uñas y dientes. La huerta de Europa empieza por ser la huerta de España, y esto es imprescindible y esencial para nuestra supervivencia. Acabamos de demostrar en esta pandemia la importancia de no depender de terceros países para algo tan básico como nuestra alimentación; no podemos perder este privilegio que nos asegura también frente a problemas de transporte como el sufrido recientemente en el Canal de Suez.

Si un Gobierno no ve a nuestro sector como esencial y no lo protege y cuida como tal, estaría fallando en lo fundamental a la ciudadanía, poniendo en peligro su subsistencia.

¿Cuál sería el consejo de los científicos al sector hortofrutícola?

J. O . Tienen un futuro enorme. El contexto de cambio climático plantea retos a la investigación y la tecnología agrícola que, en gran medida, ya se están abordando y van a tener que impulsarse aún más en el futuro. En el sureste ibérico hay una excelente investigación agronómica que ya está trabajando para adaptar la agricultura al escenario de cambio climático, buscando variedades adaptadas a condiciones de mayor temperatura y menores precipitaciones. La inteligencia artificial tiene mucho que decir en este campo también. Ahora toca a la Administración escuchar sus recomendaciones.

J. B. Yo creo que los científicos ya están colaborando con el sector en todo lo que es posible: han colaborado con nosotros en la redacción de proyectos de interconexión de cuencas, en la evaluación del impacto económico social del trasvase Tajo-Segura, en el seguimiento de la huella de carbono de nuestra agricultura, en el estudio y valoración de los efectos del agua desalinizada; en la innovación de nuevos métodos de cultivo…

Seguimos todos sus consejos y proponemos en base a ellos las soluciones a nuestra situación. El problema es que estas propuestas caen en saco roto ante los sucesivos gobiernos del país que ven en la agricultura nacional algo «sustituible» por la agricultura exterior, que no cuenta con la misma calidad, ni con la misma normativa sanitaria, redundando directamente en nuestra salud.

Solo les podríamos pedir a los científicos que maximicen el eco de sus estudios en foros nacionales e internacionales para divulgar de la mejor manera posible sus resultados. Esta es la única esperanza que nos queda, ya que al sector no se le escucha.