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¡España, España, mata, mata!

Aquel ¡vamos, vamos! a voz en grito que hace unos años oíamos a Arancha y oímos ahora a Nadal, no es más que un sucedáneo ligth de aquel ¡España, España, mata, mata! de los tercios españoles en el sitio de Mastrique; antes con picas y espingardas; hoy con inyecciones salinas en el útero para «quitarse el niño» -como diría Campmany- o con goteros vacíos y espitas de oxígeno cerradas para «quitarse el abuelo», diría yo. Aborto o eutanasia. Tomo de don Jaime algunas de sus enseñanzas, ahora que la guerra del aborto vuelve, que aquí no disponemos de la «columnae lactante» que tenían las patricias romanas, donde depositaban a sus hijos si las pócimas abortivas no surtían efecto y parían; claro que la Historia cuenta que por las cloacas romanas circulaban siempre numerosos fetos hasta desembocar en el Tíber, y de allí a la mar... «que es el morir», como decía Jorge Manrique.

«Ya que no podemos crear ochocientos mil puestos de trabajo, vamos a legalizar trescientos mil abortos», decía cuando la realidad abortó las promesas de González. Añadía que «es necesario que desterremos de nuestras costumbres algunos instrumentos bárbaros: la horca, el garrote vil, el pelotón de fusilamiento, la cámara de gas... y otros delicados procedimientos para enviarnos a la pradera de los largos sueños... hay que encontrar otras maneras de matar más caritativas y más precoces, hay que matar a la gente antes de darle tiempo a conocer todo el esfuerzo creativo que ha hecho el hombre para introducir el asesinato en el templo de las bellas artes... que aquí los únicos que van a estar callados son los «nasciturus», que van a aceptar, democráticamente, los criterios de la mayoría». ¡Qué páginas habría escrito con Bibiana de musa!

Otra guerra es la que se traen Florentino y Laporta entre manos. A este le ha alborotado aquel su bolsa y no se lo consiente. La pela es la pela. Porque lo suyo es meter y no sacar. ¡Y ha tachado al Real Madrid de imperialista! Laporta, declarado tal -partidario de extender el dominio de un país sobre otro- no hace mucho estuvo en Valencia, se desplazó hasta Sueca para rendir homenaje póstumo a Joan Fuster, depositando una corona de flores -con cuatribarrada, claro- en agradecimiento a su «paisanaje». Si la Historia de Catalunya es la Historia de La Caix a -como reza un eslogan- no es menos cierto que esa Historia es también la del Barça, que por algo es más que un club.

No salimos de guerras. Ahora tenemos una de espías, con peces, patatas y piscinas. Y vamos a tener otra con los presos de Guantánamo que le envía Obama a Zapatero, el pertinaz. Estarían bien en el «guantánamo» de Canal 9, donde, «en un dir Jesús», aprenderían el «tot i qué», el «fins i tot» el «gairebé» y el «aleshores», que tanto intelectualiza. Aunque este debería enviarle a aquel una vaca lechera, de las que matan moscas con el rabo, para que no tuviera que cazarlas al acecho en el Despacho Oval. Y tendremos pronto la guerra de las taifas, abierta por el Presidente que ha trucado el reclamo bíblico de «pedid y se os dará» por el de «pedid y se os prometerá»... y que cumplirá a disgusto de todos, ya verán.

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