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Juan José Esteban Garrido - Historia militar de la Comunidad Valenciana

Denia, base naval del Sertorio

«Las legiones romanas en Hispania se veían casi inmovilizadas debido a la falta de alimentos y otros suministros necesarios para proseguir con la campaña»

Cuentan que existen tres tipos de seres humanos: los vivos, los muertos y los que están en la mar. De estos últimos nunca han faltado en las costas de la Comunidad Valenciana. La mar ha sido el factor decisivo de nuestro discurrir histórico. La mar atrae, estimula el pensamiento abstracto y espolea el desarrollo tecnológico. En nuestros días, todo aquello que decide nuestro bienestar en la tierra está en la mar: el 90% del comercio mundial, los recursos naturales, las energías a gran escala :renovables y no renovables, sus infraestructuras de transporte, las comunicaciones de fibra óptica que hacen posible nuestro imprescindible internet, en definitiva todo aquello que conforma nuestro mundo, tal y como lo conocemos. Y lo más curioso del caso es que aunque no nos lo cuenten, ese potencial de bienestar que surge de la mar, siempre ha estado ahí, espléndido como un rayo de sol que da vida a cuanto ilumina. Por eso, para poder acceder a las mejores cotas de bienestar en cada época histórica, resulta imprescindible disponer de una Armada con potentes capacidades de combate, para ejercer la soberanía del estado en la mar, para disuadir y proteger únicamente con su existencia, en definitiva para realizar una labor tan trascendental para nuestro bienestar, como poco conocida y reconocida. La mar ha unido siempre España al mundo y prueba de ello son los avatares navales acaecidos en sus costas a lo largo de la historia. En ese litoral queda incluido el de la comunidad valenciana , porque contra lo que nos han contado tantas veces, nunca estas tierras levantinas han vivido de espaldas al mar sino volcadas en él. La historia, maestra de la vida al decir de Cicerón, nos echa una mano a la hora de ganar perspectiva y dar el mejor mentís a esas manoseadas historias de que la comunidad valenciana ha vivido de espaldas al mar. Por eso iniciamos esta serie de 20 entregas, para poner en valor esas raíces que se hunden en la mar.

Iniciamos nuestro periplo en la época de las guerras civiles romanas. Quinto Sertorio líder de la facción popular se refugió en España, dónde su habilidad para integrarse con la población hispana, le permitió plantar cara a la Roma senatorial. Sertorio era sobrino de Cayo Mario a cuyas órdenes había combatido destacando por sus cualidades militares. Durante la guerra civil romana entre los populares de Mario y los senatoriales de Sila, fue nombrado Pretor de la Hispania Citerior. Cuando Sila se hizo con el poder, lo destituyó y nombró un sustituto, entonces Sertorio se sublevó, dado el destino mortal que estaban sufriendo todos los opositores a Sila que si por algo ha pasado a la historia, no ha sido precisamente , por su piedad para con los vencidos.

En Hispania, se ganó a la población nativa, les rebajó los impuestos al igual que a los colonos romanos asentados en Hispania. Se mostró tolerante con todos ellos e impulsó la ciudadanía romana entre las oligarquías indígenas, lo que le permitió disponer de un aguerrido ejército. Entre el 79 y el 76 a.C., Sertorio se apoderó de casi toda la Hispania Citerior y la parte lusitana de la Ulterior, quedando el grueso de las fuerzas militares romanas recluidas en Corduba. Tras varias batallas los legados de Sertorio: Hirtuleyo y Afranio fueron derrotados por Metelo y Pompeyo , los generales que Roma había enviado para acabar con la rebelión. Valentia fue una de las zonas más leales a la causa Sertoriana. Pompeyo venció al lugarteniente de Sertorio frente a sus muros en el 75 a.d.C., causándole más de diez mil bajas. Tras la batalla, Valentia fue asaltada e incendiada. Fue una lucha cruenta y encarnizada casa por casa. Sertorio a continuación mantuvo una batalla con Pompeyo en Sucro (Alcira) que quedó en tablas. Si bien las fuerzas desplegadas en su contra eran demasiado poderosas, aún había una oportunidad de victoria.

Genial estratega, Sertorio decidió levantar una hilera de castellums en promontorios con buena visibilidad por toda la costa para dominar la canal de Ibiza e impedir que los suministros de Roma llegasen a los generales de Sila en Hispania. Como las naves cargadas de armas y alimentos tenían que pasar entre Alicante y la isla, allí les esperaban las naves de Sertorio. Sin los suministros que debían llegar por vía marítima ,los ejércitos de Roma en Hispania estaban perdidos. La navegación por los mares y océanos siempre ha sido el medio de transporte y comunicación más rápido y económico para cargamentos de un volumen importante. Las naves que hacían posible todo eso, se denominaban naves onerarias y contaban con un número reducido de remeros ya que se servían de la fuerza del viento y de sus velas cuadradas o rectangulares para la navegación. Con poca tripulación y muchas riquezas esas naves procedentes de Roma eran el objetivo ideal de los barcos sertorianos.

Sertorio había perdido casi toda su infantería pesada en las batallas precedentes citadas anteriormente y estaba en una posición muy delicada. Necesitaba imperiosamente aliados. A través de los piratas que recalaban en Denia, Sertorio, pudo ponerse en contacto con Mitrídates VI del Ponto, el otro gran enemigo de Roma. Cuando Mitrídates escuchó que en el otro lado del mundo conocido había un general rebelde que estaba causando problemas a Roma, no dudo en ofrecerle toda la ayuda que pudiera. Pero la ayuda de Mitrídates a Sertorio era una ayuda envenenada. En el año 88 a.c. Mitrídates había conquistado casi toda Asia menor, y en las llamadas Vísperas Asiáticas, Mitrídates ordenó el asesinato de más de 80.000 civiles romanos. MitrÍdates había ofrecido a Sertorio tres mil talentos y 40 naves, a cambio de ceder al rey póntico la provincia romana de Asia (actual oeste de Turquia ), Capadocia y Bitinia. Pero Sertorio, después de todo, era hijo de Roma y no aceptó esa parte del trato, aunque el oro que Mitrídates le hubiera enviado le habría permitido levantar un ejército de 90.000 guerreros bien equipados . Una embajada de Mitrídates VI atracó en Denia en el 75 antes de Cristo. Tras arduas negociaciones, se pudo culminar el pacto.

Cuando Sertorio envió a Mitrídates a algunos oficiales al mando del antiguo cuestor Marco Mario, enemigo de Sila que se había exiliado a Hispania un par de años antes y que era un aguerrido militar, entonces Mitrídates envió los 40 barcos comprometidos. Marco Mario se dedico al entrenamiento de los soldados del Ponto, y consiguió bastantes éxitos en Asia menor ,contra los legionarios de Sila.

Así, con sus cofres repletos de oro, un nuevo ejercito recién formado y una flota de 40 naves a su disposición, Sertorio entraba en el año 74 a.C. con nuevas esperanzas de resolver el conflicto.

El geógrafo griego Estrabón, en el libro III de su Geografía, identifica a Hemeroscopion con Dianium. Según este autor, "Sertorio estableció allí su base marítima. "Es un lugar bien defendido y apto para nido de piratas”. Desde el campamento que estableció en la posición estratégica del Pico del Águila, en el Montgó, se divisan decenas de kilómetros de costa. El acuerdo con los piratas cilicios buscaba que capturaran cualquier embarcación romana que avistasen. Sertorio con esos refuerzos llegó a asediar a la escuadra pompeyana de Cayo Memmio en Cartago Nova.

En el otro extremo del Mare Nostrum, Mitrídates cruzó rápidamente la frontera de Bitinia con un gran ejército al mando de Marco Mario y no se detuvo ahí, siguió marchando hacia la provincia romana de Asia. Tras ocuparla con facilidad, nombró gobernador de sus nuevos dominios a Marco Mario, el enviado de Sertorio. Cuando las noticias de lo ocurrido en Asia llegaron a oídos de Sertorio, éste pensó realmente, que Roma podía perder. En la misma Italia se estaba produciendo una rebelión de esclavos y gladiadores, las flotas romanas se veían acosadas por todo el Mediterráneo, y Creta se había alzado también contra la dominación romana. Y por si esto fuera poco, gracias al pacto con Mitrídates, los castellum de Sertorio se llenaban día tras día de mercancías romanas: vasijas de aceite, garum, armas, cereales, vino o vajillas que iban, en principio, destinadas a sus enemigos.

En esta situación, las legiones romanas en Hispania se veían casi inmovilizadas debido a la falta de alimentos y otros suministros necesarios para proseguir con la campaña.

A pesar de todo lo expuesto y de la genialidad de Sertorio, la determinación y el poderío económico del senado romano pudieron más. Superando todos los obstáculos, encontraron como reforzar a sus generales en Hispania. Y así, con su proverbial tenacidad, Roma consiguió enviar una flota al mando de Marco Antonio (padre del famoso amante de Cleopatra) que a pesar del poderío de sus buques tuvo serios problemas para someter a los aguerridos piratas sertorianos, si bien el desenlace fue el esperado en el senado romano. Inexorablemente, tras los éxitos y las esperanzas, llegaban los reveses y las desilusiones. Debilitadas las fuerzas navales de Sertorio, sin una “Armada” potente, era imposible vencer, no olvidemos que todas las guerras se deciden siempre en la mar. La situación se tornó desesperada debido al asfixiante dominio marítimo romano y a la prolongación de la guerra, con su secuela inevitable de destrucción. Si a ésto añadimos los sobornos y las promesas de una Roma implacable, se comprende fácilmente como clarearon aceleradamente las filas sertorianas. Finalmente, Sertorio fue asesinado por sus comandantes más próximos , que carentes de su genio militar, iban a ser destruidos inmediatamente. Los hispanos, muerto Sertorio abandonaron la lucha y la Roma senatorial se impuso. Corría el año 72 a.d.C , Hispania comenzaba a interiorizar para siempre el alma romana y quizás Quinto Sertorio, que aunque combatía como un hispano, siempre fue un romano, no había fracasado del todo.

Juan José Esteban Garrido es Teniente de Navío (RV), ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y miembro de la Asociación Valenciana de Historia Militar

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