«Como hijo de una víctima de dictadura, conozco el peso de la herencia de la carne»
ABC
Juan Diego Botto durante un ensayo de la obra que se podrá contemplar el próximo 20 de agosto en Sagunto
POR MARTA MOREIRA
VALENCIA. La marea «shakesperiana» de Almagro ha salpicado al festival Sagunt a Escena, donde en apenas dos semanas se representarán dos ... de las obras más significativas del dramaturgo británico, «El mercader de Venecia» (el sábado pasado), a cargo de la compañía de Fernando Conde, y «Hamlet», pieza con la que el actor hispano-argentino Juan Diego Botto ha matado el monstruo de una obsesión adolescente. No sabe si ha tomado el camino fácil, pero era un deseo tan interno e insistente que «no he sido capaz de detenerlo».
La tragedia de los reyes de Dinamarca -que llegará en esta nueva versión el 20 de agosto al teatro romano de Sagunto- es uno de los mayores dramas sobre el poder jamás escritos; desde luego uno de los más representados y fáciles de contemporaneizar. Pero hay algo más.
La «herencia de la carne», esa carga intangible que impele a situarse a la altura moral de lo que esperan los progenitores, de ser el digno sucesor de los éxitos de nuestros ascendentes geneálogicos. Ahí encontramos la causa de los desvelos de Botto con el príncipe danés (dice haber portado la novela de Shakespeare en el bolsillo hasta hacerla jirones), cuya madurez también vino precipitada por circunstancias dramáticas.
«Estar a la altura»
«Ser hijo de un padre que dio su vida por una causa justa en la dictadura militar de Argentina me ha hecho lidiar, como a muchos otros jóvenes, con la misma carga que se le presenta a Hamlet cuando sabe que tiene que estar a la altura», apunta el intérprete, para quien ésta es su segunda incursión en la dirección escénica.
Le alternará en el papel principal su primo Alejandro Botto, encabezando un reparto que completa José Coronado (como Claudio), la joven promesa Marta Etura (Ofelia), Nieve de Medina (Gertrudis) y Luis Hostalot (Polonio), entre otros.
La adaptación del texto realizada por el propio Botto y Borja Ortiz parte de la traducción de Moratín y localiza la acción en el siglo XIX, pero los aspectos universales -los grandes interrogantes existenciales- de la obra del escritor británico se mantienen intactos.
La peculiaridad de este montaje es la de procurar que el espacio escénico ocupe todo el teatro; las entradas y salidas de actores por los palcos y el patio de butacas acentúan la sensación de circularidad entre el público, al que se quiere transportar ilusoriamente al castillo de Elsinor.
La trayectoria actoral de Juan Diego Botto ha divergido de la de muchos de sus compañeros de generación, refugiados en su mayoría en la ficción televisiva y las comedias ligeras de consumo rápido para la pantalla grande.
Corte histórico
Una cierta sobriedad y un apego algo anacrónico a los compromisos políticos y sociales han granjeado a este actor papeles agradecidos, a menudo de corte histórico, como el de Niño Guevara en el biopic sobre El Greco, que todavía no se ha estrenado en España; «La mujer anarquista» (coproducción hispano-alemana) y «King Conqueror», la película sobre Jaime I que prepara en estos momentos el director valenciano José Antonio Escrivá, y en cuyo reparto se rumorea que ha sido incluido.
Muy lejos queda ya aquel joven de «Historias del Kronen» que se diera a conocer al público español explotando el atractivo de espídico alternativo de familia bien madrileña.
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