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Cambiando el paso

Cambiando el paso

POR MANUEL CONEJOS

FOTO R. SOLSONA

VALENCIA. El ruido mediático-político no ha permitido al PPCV hablar sin ataduras en los últimos meses. La instrucción del juez Garzón de la «operación Gürtel» se fue conociendo a cuentagotas en los mismos nichos de opinión cada día y se fue formando una corriente de «linchamiento» hacia la figura de Camps que convenía a muchos.

La oposición, encabezada por el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, veía cómo por primera vez en la última década se abría una ventana de esperanza para sus intereses aunque, ajena a sus méritos políticos.

Los más extremistas, como Iniciativa del Poble Valencià, utilizan el hemiciclo para hacer chanza del presidente con camisetas ofensivas -lucida por Mónica Oltra-, que luego venden en movilizaciones contra el Consell.

Demasiado circo. El estilo político de Camps no va con esta farándula: su carácter confiado le ha hecho sufrir enormemente durante estos tres meses. Con todo, la declaración ante el juez Flors le ha supuesto una liberación.

Con la maquinaria judicial en marcha, un PPCV convulsionado también por la implicación de su «número dos», Ricardo Costa, empieza a levar anclas. A la espera del carpetazo del caso los populares han cambiado el paso y lo harán aún más a medida que las decisiones judiciales se ajusten a lo que esperan.

Estos meses han revelado, según las encuestas, que la erosión política de Camps no se traduce en caída del respaldo ciudadano. El 7-J será el mejor termómetro pero nada indica que vaya a bajar del 51% de apoyo en los votos emitidos.

La carrera del presidente del PPCV en la esfera nacional está por descubrir. Hay quien dice que este caso le marcará para cualquier salto de ese calibre, pero también los hay que piensan que un espaldarazo judicial a su honradez le catapultaría.

Camps se situó como un referente del PP nacional con un perfil sin tantas cifras en el casillero del ego como a veces exhiben barones como Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz- Gallardón.

Cierre de filas en el PP

Por eso, con Camps han cerrado filas todos. Todo el PP le ha apoyado en esta causa al entender que vender favores no encaja en su perfil y que es víctima de una persecución.

En el plano autonómico. el activo que más daña a los socialistas, Rafael Blasco, se ha puesto a funcionar desde su puesto en el organigrama popular para las elecciones europeas. Es un mal enemigo para los socialistas porque tiene en sus manos los elementos de debilidad del PSPV y sabe cómo evidenciar esa endeblez que empiezan a percibir en Ferraz.

El entorno del presidente respira ahora por la herida abierta de los meses de acoso y clama «venganza» una vez se supere el trance judicial. Esa petición no será atendida, con toda probabilidad, por su presidente. La razón es que Camps no tiene el carácter agresivo que encajaría como un guante para esta situación. Ya lo dijo en las Cortes durante una sesión de control: «Pese a todo no les guardo rencor, eso se lo dejo a ustedes».

Se dirigía al portavoz socialista, Ángel Luna, a quien le preguntó de dónde le salía tanto odio. Camps tiene claro que si los ciudadanos de la Comunidad lo perciben como alguien cercano es precisamente por esa matiz de personalidad que le hace ser pausado y no dejarse llevar por los instintos más primarios en la refriega dialéctica de la política.

Ni venganza ni indulto

Esta es la intención del presidente; ahora bien, «tampoco les van a salir gatis» las afirmaciones que han realizado los socialistas que le han condenado -Luna dijo que era «penalmente responsable»-. Alarte le lanzaba un ultimatum antes de que declarara ante el juez al pedirle que dimitiera.

Eso sería dar la espalda a la realidad y Camps tiene claro que su partido va a subir el tono un par de notas con respecto a su trato con la oposición. La movilización del PPCV y de sus militantes es altísima, y por ello el presidente es consciente de que ahora ha de mostrarse singularmente contundente con aquellos que tantos descalificativos le han dedicado. Las urnas en las europeas pueden estar más llenas que nunca.

Este horizonte es el que más preocupa a Jorge Alarte, quien lo ha fiado todo a que Camps caiga en desgracia judicial. Si finalmente no es así, quedará inmerso en un delicado juego de equilibrios para mantener a raya el orden interno. María Teresa Fernández de la Vega, Leire Pajín, Ricardo Peralta, Alejandro Soler y Francesc Romeu pueden marcar su futuro inmediato.

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