NOTAS MARGINALES
Mas, espuma de mar
ARTUR Mas es bipolar. O lo parece. Autoriza el circo de las consultas populares, pero luego su partido se abstiene en el Parlament respecto a la idea de convertir Cataluña en una balsa de piedra, igual que imaginó Saramago para la península ibérica, desgajada del ... resto de Europa en sus ensoñaciones de premio Nobel años antes de serlo.
En Valencia, el president de la Generalitat de Cataluña correspondió al civismo de los empresarios (la del miércoles pasado fue una reunión de empresarios, atribuible en exclusiva a la diligencia de AVE) con la costumbre, tan convergente ella, de abstenerse de expresar ni una mala palabra, de ejercitar ni una buena acción. Mas llegó como espuma de mar, se fue y no hubo nada. La reunión, demediada por la ausencia de Francisco Camps , contuvo la dosis de utilidad que encierra el protocolo: ninguna.
Pero obras son amores y no buenas razones. Todavía retumban entre las paredes del Palau las promesas de un Manuel Chaves recién enfundado en el cargo de vicepresidente tercero dirigidas a reparar la injusticia de la infrafinanciación pertinaz que padece la Comunidad Valenciana. Mírenlo hoy, incapaz de pronunciar «Gürtel» con propiedad (dice «Gurté»).
En Cataluña, desde hace tiempo, vienen erigiéndose en notarios de la realidad valenciana, o de lo que algunos catalanes interpretan como realidad valenciana. Hasta la prensa convergente disecciona la región aplicando en la tarea una paciencia de entomólogo y un cargamento de topicazos entre los que no faltan la sabiduría instintiva del buen salvaje o el mito del blasquismo. Lean, si no lo han hecho, «La irreverencia», de Enric Juliana (La Vanguardia, 17 de abril de 2011). Mientras, eso sí, en Culturcat siguen se renunciar a la propiedad de la Albufera, las fallas, la Dama de Elche y hasta los fartons.
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