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Entrevista a Juan Vicente Boo

«Algunos países europeos tienen dificultad para valorar al Papa Francisco»

El corresponsal de ABC en Roma analiza en un nuevo libro la personalidad y las acciones del primer pontífice procedente del Nuevo Mundo

Juan Vicente Boo, en la presentación del libro sobre el Papa en Zaragoza EFE

MARTA MOREIRA

El Papa Francisco pasará a los anales de la Historia como el pontífice que fue capaz de fascinar casi por igual a laicos y creyentes. Sus mensajes rupturistas con respecto a las mujeres, la ecología y los inmigrantes, así como el reconocimiento del vergonzoso pasado de abusos de menores en el seno de la Iglesia católica, han convertido a Jorge Mario Bergoglio en uno de los hombres más influyentes del siglo XXI. Así lo asegura Juan Vicente Boo (La Coruña, 1954) en su libro « El Papa de la Alegría », publicado por Espasa el pasado mes de noviembre. En él, el corresponsal de ABC en el Vaticano –anteriormente lo fue en Bruselas y Nueva York- analiza los principales rasgos de la personalidad del Papa, así como las principales líneas de su pensamiento y sus acciones. Aprovechamos la visita del autor a Valencia para conocer algunos detalles de este ensayo.

-Las biografías suelen escribirse como epílogo a una etapa, pero este libro retrata al Papa Francisco en pleno apogeo. ¿Por qué ha decidido escribirlo ahora?

-A mí me sorprendió la elección de Francisco, como a casi todo el mundo. Empecé a leer todas las biografías que había sobre él, pero al cabo de dos años me di cuenta de que el nuevo Papa había hecho ya muchas cosas a un ritmo mayor que Juan Pablo II durante sus primeros años. Yo esperaba que apareciese ya algún primer balance de su tiempo en el Vaticano, pero como seguía sin aparecer, y su impacto mundial se multiplicaba, decidí escribirlo yo.

-¿Podría interpretarse la elección de un perfil como el de Francisco como una inteligente estrategia “mercadotécnica” del Vaticano para recuperar el contacto con el pueblo?

-La elección del primer Papa de la Historia procedente del Nuevo Mundo puede tener un impacto similar al del descubrimiento de América, porque Francisco vuelve de modo radical a los orígenes del cristianismo. Su modelo son los hechos de los Apóstoles y los primeros cristianos. No se deja arrastrar por estrategias, sino por el extraordinario sabor de los primeros momentos. Algunos no le entienden, pero eso pasaba ya con Jesús de Nazaret. La elección de Francisco fue una sorpresa incluso para algunos cardenales que habían pensado inicialmente votar a otro. Les ganó su discurso brevísimo, centrado en dos ideas: cuando la Iglesia es autorreferencial se enferma, y tenemos que recuperar la alegría de evangelizar. Se dieron cuenta de que esa era la solución para todo.

-¿Se puede certificar un aumento de las vocaciones coincidiendo con los primeros años de su papado?

-En España la gente tiene la impresión de que las vocaciones están en declive pero no es así. Las cifras de nuevas vocaciones y sacerdotes llevan mucho tiempo subiendo en todo el mundo, excepto en Europa y Estados Unidos. Aunque probablemente los veremos subir más. El impacto que Francisco busca es en el corazón de las personas, de los fieles de a pie, y eso se nota mucho. Asombrosamente, quienes primero descubrieron su valía fueron los grandes medios económicos de Estados Unidos, como Forbes, Fortune o el Wall Street Journal. De hecho, el primer Parlamento que le invitó a tomar la palabra fue el Congreso de Estados Unidos.

-Es curioso que le hayan invitado al Parlamento norteamericano, y no al español, un país al que teóricamente le unen más lazos culturales y de tradición religiosa.

-A mí también me ha llamado la atención. Creo que algunos países europeos tienen dificultad para valorar el talento que llega del Nuevo Mundo y para entender a alguien cuyo rasgo principal es el de misionero.

-En el libro habla también de las resistencias que el Papa Francisco ha debido superar en el seno del propio Vaticano. Habla de que una parte de la Curia Romana y del episcopado mundial siguen echando el freno a algunas iniciativas suyas, mientras que los fieles, en cambio, suelen aplaudirlas.

-Paradójicamente, uno de los lugares donde menos se entendía a Francisco al comienzo eran algunos sectores anticuados en la Curia Vaticana. Poco a poco le han ido comprendiendo, aunque quedan algunos personajes pasivos o incluso hostiles. Pero lo curioso es que Francisco necesita mucho menos a la Curia Vaticana, porque habla directamente a las personas con sus gestos, y el mundo le escucha.

-¿Cree que en algún momento Francisco se ha sentido solo en su propia casa?

-No, en absoluto. La Curia Vaticana es una parte infinitesimal de la Iglesia católica, que son los fieles, las madres y los padres de familia, los jóvenes y los ancianos. Francisco es el Papa más querido por ellos, y también el más apreciado por musulmanes y budistas de toda la Historia.

-A propósito de los musulmanes. ¿Cree que el Papa debería asumir un mayor protagonismo en su mensaje de paz entre Palestina e Israel, ahora que la llegada de Trump a la presidencia puede mermar el papel conciliador de Estados Unidos en este conflicto?

-La nueva administración norteamericana se moverá en una línea contraria a la de Francisco, cuya estrategia consiste en que cada religión desautorice y contenga a sus propios fanáticos, y no a los fanáticos de las otras. Él insiste en favorecer la comprensión entre religiones, culturas e inmigrantes y residentes.

-Como corresponsal de ABC en el Vaticano durante 18 años, ha llegado a conocer a tres Papas ¿Cómo son en las distancias cortas cada uno de ellos?

-He tenido con ellos conversaciones personales, aunque breves, igual que el resto de periodistas que les acompañamos habitualmente en los viajes. También solemos saludarles en la biblioteca privada del Vaticano cuando terminan las visitas de los jefes de Estado. En las distancias cortas son tres personas igualmente encantadoras; la diferencia es que el Papa Benedicto XVI era tímido, mientras que Francisco es extrovertido y caluroso. Es exactamente la misma persona en público y en privado; solo que en privado o en grupos pequeños su simpatía se percibe más.

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