Unos 800 colaboradores y familiares esperan todavía en Afganistán a ser evacuados
«Llevo once meses escondido de los talibanes», dice a ABC uno de ellos, que denuncia la falta de ayuda española
Los que ayudaron a nuestras tropas y sus familias temen ser capturados por los fundamentalistas
Madrid
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Iniciar sesiónCuando se cumple un año de la caída de Afganistán en manos de los talibanes todavía cerca de 180 familias que colaboraron con España (unas 800 personas) siguen escondidas a la espera de poder salir del país. Estas personas, que trabajaron con las ... Fuerzas Armadas españolas, muchos como traductores, y también con organizaciones de cooperación y agencias al desarrollo como la Aecid, llevan un año esperando a ser evacuados.
«Llevo viviendo escondido de los talibanes once meses», cuenta a ABC Gholam, un afgano que colaboró con los militares españoles. Gholam, que prefiere no dar más detalles de su identidad por miedo a ser localizado por los talibanes, trabajó durante seis años en la provincia de Badghis, al noreste del país, donde las tropas de nuestro país estaban desplegadas. «Mi vida y la de mi familia están en peligro. Queremos irnos a España», dice desesperado a través del teléfono.
Él y su familia –tiene dos niñas de cuatro y siete años– enviaron todos los documentos a la Embajada de España en Irán y aún siguen esperando. «Nadie nos responde. Envié todos los certificados de trabajo, documentación, pero nada». El haber colaborado con fuerzas extrajeras durante estos últimos 20 años es considerado por los talibanes como una traición que hay que pagar con la vida.
En la misma situación que Gholam está Abdul. Este joven afgano trabajó para la misión española en Badghis en el aérea de limpieza. Durante los seis años que desempeñó esa tarea logró aprender castellano, idioma en el que ahora se comunica. A través del teléfono, por mensajes de voz, cuenta cómo está siendo la espera para poder salir del país. «Nuestra situación económica es dramática, no estamos seguros, no tenemos ingresos y en Afganistán la oficina de pasaportes está bloqueada. Desde las embajadas españolas cercanas a este país tampoco nos contestan. Por favor, ayúdenos».
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Ambos, junto a sus familias, figuraban en las listas que el Ministerio de Defensa español confeccionó el año pasado y que ha ido actualizando para tener contabilizadas a los colaboradores con la misión española en Afganistán. Y aunque a finales de agosto del año pasado recibieron el correo electrónico que les informaba de que tenían que dirigirse al aeropuerto de Kabul para ser evacuados, muchos de ellos no consiguieron llegar. El atentado el 26 de agosto en el aeropuerto de la capital afgana, que dejó 73 muertos, agravó aún más el colapso en la terminal, lo que hizo ya imposible seguir con las operaciones de evacuación. Por ello hubo que dejar en tierra a cientos de familias.
Escondidos, como Gholam y Abdul, están Abdullah, Zabih, Nobin y así hasta llegar a las cerca de 800 personas que temen por sus vidas en un país gobernado por el fundamentalismo islámico. Para ellos, lejos queda la frase repetida durante los meses de agosto y septiembre del año pasado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, de que «nadie se quedará atrás».
Evacuadas 2.500 personas
Con el aterrizaje ayer de casi 300 excolaboradores afganos y sus familias, ya son casi 2.500 personas las que han llegado a España a través de operaciones de rescate que entre el 16 y 27 de agosto del año pasado organizó el Gobierno español. En total, fueron 17 vuelos con puente aéreo en Dubái (Emiratos Árabes Unidos). Hace un mes, otro vuelo llegó a la base de Torrejón de Ardoz, pero con una cantidad de personas menor a la de ayer.
La última gran operación de evacuación se realizó el pasado mes de octubre cuando otros 244 excolaboradores aterrizaron en la base de Torrejón a bordo de dos vuelos, uno militar y otro civil. En el avión que ayer aterrizó en España hay dos familias con 12 personas que trabajaron para la Aecid y entre 80 y 90 personas familiares de traductores. Existen diversos grupos entre los llegados a nuestro país. Está el personal que colaboró con las Fuerzas Armadas españolas en la región de Bagdhis. También están trabajadores de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo. Esta salida del país centroasiático está siendo utilizada por afganos amenazados por los talibanes. Es el caso de jueces, defensores de derechos humanos y periodistas.
Desde enero, han salido unas 130 personas a través de Irán y solo unas 20 a través de Pakistán. Las evacuaciones por la República Islámica están siendo más sencillas, sobre todo por la estrecha colaboración de la embajada española en Teherán. Personal de la Aecid que está llevando a cabo las gestiones para la evacuación de estos colaboradores aseguran a este periódico que el trabajo de la embajada en Teherán está siendo extraordinario. Lo que choca con la escasa colaboración que están teniendo con la embajada en Pakistán. Las mismas fuentes aseguran que desde la embajada de Islamabad la comunicación está siendo bastante difícil para poder ayudar a las personas afganas que, perseguidas por el horror talibán, desean huir del país rumbo a España.
Desde enero, han salido de Afganistán rumbo a España 20 personas a través de Pakistán y unas 130 a través de Irán
A aquellas familias que han logrado salir de Afganistán por sus propios medios aún les queda una larga travesía. Las condiciones en las que viven estas personas son pésimas. Primero han tenido que ser capaces de llegar a Kabul, trayecto nada fácil desde Badghis, de donde son la mayoría. Luego, coger un avión hacia Islamabad o Teherán, en el mejor de los casos, o pasar la frontera por vía terrestre. Una vez fuera del país, la situación no mejora. Tienen que solicitar los pasaportes y los visados para viajar. «El precio de los primeros está entre los 500 a 1.000 dólares y la misma cantidad por los segundos», aseguran afganos que han realizado la travesía.
La mayoría, huyeron de Kabul con lo puesto, sin documentos, por lo que el proceso de obtención y validación está siendo mucho más lento y farragoso. En menor medida que Pakistán e Irán, también están siendo utilizados países como Turquía, India o Kazajistán como puente aéreo hasta España.
A esto hay que sumarle el alojamiento y la manutención. Muchos han pasado meses esperando a que les den el visto bueno para poder viajar a España. Como el caso de Suraya, una jueza afgana que durante más de medio año estuvo junto a su familia en un campo de refugiados en Abu Dabi sin poder salir y en condiciones penosas, hacinados en habitaciones pequeñas. Desde hace un par de meses, Suraya está con sus dos hijos y su marido en un piso de acogida en Madrid, a la espera de obtener el estatus de refugiados.
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