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Quim Torra, en el «matrix» del Valle de Arán

El presidente de la Generalitat reconoce a la «nación aranesa» un derecho de autodeterminación ficticio

Los hechos del «octubre negro» de 2017 avivaron en el valle el recelo hacia Barcelona

El gobierno catalán, y el aranés, en una fotografia tomada ayer en Viella EFE

Àlex Gubern

Dentro de la realidad paralela en el que vive instalado el independentismo, de manera particular el presidente Quim Torra, cualquier fenómeno es posible, desde la república virtual en el que muchos secesionistas dicen ya vivir, hasta la apelación a un supuesto «derecho de autodeterminación» como vehículo valido para conseguir la independencia. En este contexto, la realidad catalana no siempre encaja en el esquema preconcebido del independentismo, algo que en el Valle de Arán , a más de cuatro horas de mala carretera de la capital Barcelona , es aún más patente.

Como si fuese una muñeca rusa dentro de otra, el Valle de Arán se configura en el seno de Cataluña como una «realidad occitana dotada de identidad cultural, histórica, geográfica y lingüística, defendida por los araneses a lo largo de los siglos», tal y como reconoce el Estatuto catalán. Con una sensación de abandono muy fuerte respecto a la «metrópoli», desde la institución propia de gobierno, el Consell General d’Aran –Conselh Generau d’Aran, en occitano– desde hace años resuena un soniquete familiar al sur del valle: Barcelona no nos escucha, estamos infrafinanciados, queremos decidir...

No hay un «proceso» aranés en marcha, ni mucho menos, pero sí es cierto que el «procés» catalán generó en el valle un fortalecimiento del sentimiento propio. La percepción, en el otoño negro de 2017, de que el proceso de ruptura de Cataluña podía arrastrarlos a ellos avivó el recelo hacia Barcelona: la advertencia fue más o menos clara, la independencia catalana comportaría la independencia del Arán. En el valle, tal y como reflejan los resultados electorales , pasan más bien del «procés».

Nueva financiación

Es en este contexto en el que el gobierno catalán reunió ayer por primera vez a su ejecutivo en la capital aranesa, Viella, una ocasión en la que el presidente Quim Torra , otorgándose una capacidad que, obviamente no tiene, solemnizó su reconocimiento del «derecho a la autodeterminación» del Arán, de la misma forma que también lo reivindica para Cataluña, asegurando que la ley de régimen especial del Aran, de 2015, «reconoce el derecho de autodeterminación del pueblo aranés».

Frente al «matrix» en el que vive instalado el president Torra, la citada ley sí reconoce en su disposicion adicional primera que «el Parlament de Cataluña reconoce el derecho del pueblo aranés a decidir su futuro», un genérico que en el artículo 1 de la misma ley, más preciso y acotado, otorga al valle «plena capacidad y autonomia» para las «gestión de los asuntos propios de la comunidad». La lectura es cristalina: del mismo modo que la Constitución impide la autodeterminación catalana, otro tanto hacen el Estauto catalán y la ley del Arán con el valle, por no hablar de la Constitución, claro. Torra, no es novedad, lee a conveniencia.

Con los pies en el suelo, o como antaño hacía el nacionalismo catalán antes de ser «indepe», el Conselh Generau aprieta donde puede, arrancando más traspasos de competencias y el compromiso del Govern con un nuevo modelo de financiación del Arán de cinco año frente al actual, que es anual.

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