Elies Campo: el tránsito de Silicon Valley a Waterloo

Según ha trascendido a partir del artículo publicado por Ronan Farrow en 'The New Yorker', y han confirmado los propios aludidos, la investigación comienza cuando el eurodiputado Jordi Solé (ERC), a pocas semanas para que recogiese el acta que dejaba vacante Oriol Junqueras en la Eurocámara, en julio de 2020, sospecha que su móvil ha sido infectado y contacta con Campo, integrado en la plataforma de investigación adscrita a la Universidad de Toronto (Canadá) y que es quien moviliza todos los recursos de la institución para la investigación.

Campo no es ningún desconocido, y de hecho, contaba, antes de aparecer como el catalizador de la investigación, con un notable perfil público, no por su actividad política –desconocida más allá de sus simpatías por el movimiento independentista, como él mismo reconocía a 'The New Yorker'–, sino como emprendedor y personaje de éxito en el campo de las nuevas tecnologías.

Desde Barcelona, hace poco más de una década, Campo viajaba hasta Silicon Valley para buscar financiación para una aplicación propia, un proyecto que se frustró pero que le acabaría conduciendo a fichar por WhatsApp, del que llegó a ser responsable para España y América Latina. La compra de la firma por parte de Facebook implica su salida de la firma, disconforme, asegura, con el rumbo y prácticas que pretendía imponer Mark Zuckerberg. «Para mí, Facebook es la mayor estafa jamás creada», aseguraba en la web Teknautas.

Su salida de WhatsApp coincide con la mil millonaria compra por parte de Google de la aplicación Waze, de la que su pareja era vicepresidenta, lo que les otorga un colchón económico que le permite desarrollar la que es ahora su principal actividad, invertir y ayudar a lanzar 'start-ups', así como su colaboración en Citizen Lab.

Tras su etapa americana, Campo ha vuelto a Barcelona. «Siento que es una especie de deber», explicaba a 'The New Yorker' quien también es asesor de Vocdoni, una empresa catalana que patenta un protocolo de votación electrónico seguro y a prueba de 'censura' y que, como sus impulsores reconocen, en parte se inspiró en lo sucedido en la votación ilegal del 1-O. Campo, él mismo, así como su familia, en la lista de supuestos espiados con el protocolo Pegasus, tiene claro en qué lado sirve.