entrevista
«El debate ya no es la independencia, sino la decadencia de Cataluña»
Fernando Sánchez Costa, presidente de Societat Civil Catalana
Fernando Sánchez Costa, presidente de SCC
Hasta aquí hemos llegado. ¿Y ahora qué?
Lo primero, resistir, y evitar que en Cataluña pase lo que en el País Vasco. Sin comparar la situación de aquí y de allí, en el País Vasco el mundo constitucionalista estuvo a punto de ganar, y no ... lo logró. Y lo que ha sucedido allí es una desertización completa de ese mundo, en lo político y en lo civil, hasta el punto de que allí la disyuntiva es entre el PNV y Bildu. Lo que hay que hacer en Cataluña es mantener vivo y fuerte el movimiento constitucionalista, y aprovechar esa fuerza para resistir y armar una opción alternativa.
Contra la resignación.
Eso es. No podemos resignarnos. Lo que debemos hacer es organizarnos, porque el 'procés' está hundiendo Cataluña. Estamos en las rocas y ahora ya en fase de hundimiento económico, institucional y social. Viene un panorama muy malo. El independentismo, y ERC en concreto, no han tenido la valentía para superar sus miedos, presa del chantaje de Junts. Vamos de nuevo a un gobierno de choque.
Se perpetúa la Cataluña de los bloques. ¿Estamos condenados al empate permanente?
No estamos condenados a nada. El independentismo se impuso el 14-F por la resignación del mundo constitucionalista, que se quedó en casa pensando que hiciese lo que hiciese no iban a cambiar las cosas. Y eso no es verdad. El problema en Cataluña es que demasiada gente no ha querido ganar, resolver la cuestión. Y hablo también de manera particular del Estado, de Madrid. Ha habido pereza para solucionar el tema catalán. Si el PSOE quiere puede ganar en un año la batalla del 'procés'. Tiene los instrumentos, la legitimidad y los resortes mediáticos para darle la vuelta a esta situación, pero hay que querer. Durante 40 años ningún Gobierno ha querido de verdad cambiar la situación en Cataluña, y tampoco lo ha querido el constitucionalismo catalán, especialmente en su vertiente civil. Estamos demasiado acostumbrados a un patriotismo de sofá y de pulsera, en España y en Cataluña. Un patriotismo que está encantado de criticar, de decir lo que hay que hacer, pero incapaz de levantarse y cambiar las cosas.
¿Dígame cómo?
La batalla contra el 'procés' es sobre todo comunicativa. Una lucha por la hegemonía del discurso. Antes de discutir sobre encajes, de política, hay que decidirse a dar la batalla del relato. Es verdad que es muy arduo, y que el dominio del nacionalismo es absoluto en todos los ámbitos, pero hay que arremangarse, poner recursos, tener la voluntad política real para ganar.
¿La solución debe llegar de Madrid?
No, es una solución interna sobre todo. Estamos demasiado acostumbrados a externalizar, a pensar que la solución tiene que venir de fuera, desde la política. El constitucionalismo catalán debe empoderarse, organizarse, tomar la delantera y plantar cara a este gobierno de caos que tenemos por delante.
El empresariado comienza a dar pasos.
Sí, y me alegro de que algunos empiecen a despertar. Pero me pregunto si no lloran ahora desde la debilidad lo que no supieron defender en su momento desde la fortaleza.
Para que los empresarios reaccionen deben arder las calles. ¿No sé si para que Cataluña reaccione debe pudrirse todavía todo un poco más?
Espero que no. El problema de estos años es que siempre nos decíamos que a peor no podíamos ir... Y siempre había suelo más abajo. Cuidado.
La derrota del 'procés' tiene que comenzar desde la sociedad.
Es un doble cambio. Debe haber el compromiso del Gobierno de implicarse a fondo en la construcción del relato, pero nos corresponde a los catalanes decidir qué queremos ser. Todos sabemos que no va ha haber secesión, el debate yo no es ese. Lo que está en juego es si Cataluña es un sitio en el que merezca la pena vivir, evitar la decadencia
Toca reconstruir.
Así es. Y no lo podemos hacer desde una lógica de enfrentamiento permanente, pero tampoco podemos caer en la lógica del contentamiento, porque no ha funcionado. Hay que ir a una fase de entendimiento, que es una palabra muy catalana, 'enteniment': apelar a la razón, la inteligencia por encima del bucle sentimental. Y esto vale para todos. Hay que 'desprocesar' el debate público.
Pensábamos que la crisis económica por la Covid podía ser una oportunidad para centrarse en lo importante.
Debería serlo. Si tenemos que llegar a un acuerdo pero empezamos por lo que nos separa, nunca nos entenderemos. Hay que empezar a caminar juntos para determinadas prioridades sociales y económicas, blindar espacios para dejarlos al margen del debate identitario. Ese acercamiento es el que probablemente permitirá una empatía básica que luego posibilitará abordar lo otro. Es decir, cambiar las tornas, andar juntos para resolver problemas prioritarios, y restablecida la confianza política y humana, resolver la quiebra del 'procés'.
Una parte del constitucionalismo sostiene que sin que los presos estén en la calle no hay salida.
En SCC pensamos que ahora no se dan las condiciones para los indultos. Creo que ese debate es hasta secundario. En cambio hay otro tema clave: volver a introducir en el Código Penal la convocatoria ilegal de referéndums. Si tu dejas claro eso, luego tienes margen para otra cuestiones. Eso nos evitará muchos problemas en el futuro.
¿Por qué es importante una entidad como Societat Civil Catalana?
Como decía, la batalla al independentismo hay que darla desde la política, pero también desde la sociedad, desde la cultura. Por eso es necesario una entidad fuerte, musculada, que sea una plataforma para facilitar proyectos con sentido constitucional, y que dé voz a los catalanes no nacionalistas.