Muere a los 58 años el escritor Vicenç Pagès Jordà

Autor de novelas como 'Els jugadors de whist' y 'Carta a la Reina d' Anglaterra', era una de las figuras clave de la literatura catalana contemporánea

Vicenç Pagès jordà, en una imagen de archivo EFE

Barcelona

28/08/2022
Actualizado a las 17:01h.

«Ahora la cámara muestra una visión de la autopista, después de la ciudad de Figueres, cada vez más arriba, mientras suena 'While My Guitar Gently Weeps' en la versión interpretada por los White Stripes... Ahora sí, la cámara se desplaza poco a poco hacia ... arriba, hacia las nubes, y la canción se acaba en este momento porque ha llegado el final». Con estas palabras se despedía Vicenç Pagés Jordà (Figueres, 1963) de 'Els jugadors de whist',novela de 2009 con la que su universo literario empezó a expandirse y a cosechar cada vez más lectores. Fue aquella una atípica novela generacional, un 'big bang' creativo salpicado de referencias pop y gozosamente postmoderno con el que Jordà acabó de posicionarse como pieza fundamental de la literatura catalana contemporánea.

Bien pensado, aquellas páginas que acababan poniendo rumbo al cielo también un mes de agosto, fueron en realidad la prueba definitiva del descomunal y camaleónico talento de un autor que gustaba de reinventarse a cada nuevo libro. Destruir para volver a construir. Abrir caminos donde solo parecía haber roca impenetrable. «Reinventarse es muy difícil, evolucionar sí que se puede intentar. Si tienes un editor que te lo publica, entonces quiere decir que lo has hecho bien», dejó dicho el escritor, fallecido este sábado a los 58 años víctima de un cáncer que el habían diagnosticado hacía pocos meses.

Autor de talento precoz y producción desbordante, con una veintena de títulos publicados en treinta años, Jordà deja por publicar 'Kennedyana', un ensayo sobre la familia Kennedy que está previsto vez la luz en noviembre. Será, a falta de inéditos, la última pieza de un puzle literario que empezó a cobrar forma en 1989, cuando ganó la Bienal de Barcelona en el apartado de literatura. Solo un año después debutó de manera oficial con la colección de cuentos 'Cercle d'infinites combinacions' y empezó a exhibir una ambición voraz con novelas como 'El món d'Horaci' y 'Carta a la Reina d' Anglaterra'. Esta última, uno de sus primeros éxitos, narra en apenas cien años mil años de la vida del protagonista. Casi nada.

También tiene Jordà parte de culpa de que otro posmoderno ilustre, David Foster Wallace, se tradujese por primera vez al catalán: la queja de uno de los personajes de 'Els jugadors de whist' llevó al editor de Periscopi a atreverse con 'L' escombra del sistema' y a encargarle al autor ampurdanés la edición y selección de un antología de cuentos publicada en 2016.

Profesor de la facultad de Comunicación de la Universidad Ramon Llull, Jordà siempre alternó el oficio literario con la divulgación y la crítica: coordinó el suplemento literario de 'Diari de Barcelona' y fue firma habitual en 'El Periódico de Catalunya' y 'Ara'. Crítico insobornable, autores y editores contenían el aliento cuando le tocaba reseñar una de sus novedades: el visto bueno de Jordà podía suponer un empujoncito nada menor a carreras en construcción y la confirmación de que ahí había talento.

Fiel a sus lecturas, en 2006 publicó 'De Robinson Crusoe a Peter Pan', un canon de la literatura juvenil nacido de su educación sentimental. Más recientemente, en 2020, se lanzó a concienzudo inventario de referentes culturales en 'Memòria vintage', una suerte de diccionario enciclopédico que, resumía durante su presentación, mezclaba «espeleología, crítica cultural, evocación, ensayo, microhistoria y autobiografía».

Antes, mucho antes, ya había ganado el Premi Sant Joan en 2003 con 'La felicitat no és completa' (20039; el Mercè Rodoreda con 'El poeta i altres contes' (2004); el Crexells con 'Els jugadors de whist' (2009) y el Sant Jordi de novela con 'Dies de frontera' (2013).«Nos quedamos prematuramente sin un gran crítico y escritor, sin un jugador de whist en Twitter, pero lo seguiremos leyendo». lamentaba ayer la Institución de las Letras Catalanas en su despedida a un autor que, horas antes de su muerte, dejó escrito un último tuit: «No blanquejarem la cendra». No blanquearemos la ceniza.