Fondos y firmas foráneas se hacen con la empresa familiar catalana

Por volumen y trayectoria histórica, los casos más paradigmáticos fueron los de Codorniu, fundada en 1551 y vendida al fondo estadounidense Carlyle, y Freixenet , colocada unos meses antes al gigante alemán Dr. Oetker. Cuando los dos principales fabricantes del producto catalán por antonomasia pasaron a manos extranjeras, se dispararon las alarmas. No eran una excepción, aunque sí la más notoria. Antes o después de la pérdida de catalanidad de los dos centenerias cavistas otras firmas como Pronovias y Cirsa también pasaron a manos de fondos extranjeros, lo mismo que antes había pasado con Grupo Miquel, Ros Roca, Gaes o Ficosa , en este caso adquiridas por empresas extranjeras de su sector pero de mayor tamaño. De manera más reciente, otro emblema de la industria catalana, Pastas Gallo, pasaba a manos de otro fondo, en este caso no extranjero, Proa Capital.

Para Josep Tàpies, profesor emérito del IESE y experto en empresa familiar, no hay nada excepcional, en Cataluña o en la estructura de la empresa familiar, que explique esta oleada de compras o fusiones, más allá de lo llamativo que puedan resultar las empresas en cuestión por su historia o conocimiento popular. De hecho, y según un estudio que Pàmies ha liderado y está a punto de publicarse, de las 829 operaciones registradas en 2018, 578 pertenecen a empresas no familiares y 251 a familiares, cuando la proporción de estas últimas en el conjunto de España sobre el total es del 88,8%, según cifras del Instituto de Empresa Familiar (IEF). «El problema de la industria familiar catalana, y pasa lo mismo con la del resto de España, es de tamaño», apunta Tàpies. Las cifras son elocuentes, tal y como destapa otro estudio de IESE este sí acabado de publicar. La mediana en la facturación de las 100 mayores empresas familiares en España es de 957,5 millones de euros. En Alemania es de 4.706, y en Estados Unidos, de 8.090. «En un entorno internacional, la empresa española es muy poco competitiva», explica Tàpies, que apunta a esta razón, junto a las desaveniencias familiares, como los dos principales motivos para una venta.

No considera el profesor del IESE que el entorno político haya podido tener una influencia en las ventas antes citadas. «Las cifras son similares año tras año. Se trata de un fenómeno global español », remacha recordando que las firmas familiares catalanas que sí han sabido crecer son competidores globales, y cita a Almirall, Grifols, Puig, Catalana Occidente o La Farga.

Alberto Gimeno, professor del Departamento de Dirección General y Estrategia de Esade, coincide con Pàmies en señalar la falta de tamaño, a lo que él añade «la falta de ambición y pérdida de vitalidad emprendedora», como la principal causa de la venta de empresas a fondos u otros grupos. Gimeno sí señala la influencia del contexto socio político en Cataluña en los últimos años. «El entorno influye mucho. La empresa ha perdido fuerza por la visión nacionalista, hay ensimismamiento», insiste a la vez que lamenta lo que se ha definido como la «dimisión» de la burguesía catalana en su histórico papel de liderazgo social y político.