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Manel, la euforia del riesgo constante

La banda barcelonesa aparcó su pasado en el arrollador estreno de «Per la bona gent» en el Poble Espanyol

La banda actuó en el Poble Espanyol con todas las entradas vendidas desde hace semanas Manel
David Morán

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No suelen ser Manel, hábiles transformistas del pop catalán y, guiño-guiño-codazo-codazo, buena gente en general, una banda muy dada a tomar malas decisiones, pero ayer, en la presentación en Barcelona de Per la bona gent, su nuevo álbum, fue relativamente ... fácil detectar dos momentos en los que no estuvieron demasiado finos. El primero tuvo que ver con la elección de espacio, ese Hivernacle plantado en la plaza mayor del Poble Espanyol que no le hizo ningún bien ni al sonido ni, seamos quisquillosos, a la confortabilidad térmica del público. El segundo, más conceptual que significativo, llegó cuando echaron mano del retrovisor, rebobinaron hasta su primer disco y se trajeron de vuelta una «Captatio Benevolentiae» atiborrada de esteroides y anabolizantes sintéticos. La épica doméstica de las victorias pírricas, convertida en un musculoso himno de stadium rock ochentero.

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