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Los libros con fundamento de Ediciones Vegueta

El sello consolida su colección de narrativa con las novelas de Megan Hunter, Juli Zeh y Jonas Lüscher

Eva Moll de Alba, fundadora de Ediciones Vegueta ABC

Sergi Doria

Eva Moll de Alba habla con agradable acento canario, aunque su primer apellido revela ancestros menorquines y lleva años afincada en Barcelona.

Animada por el premio Cervantes Nicanor Parra, cuando fundó Ediciones Vegueta quiso rendir homenaje al topónimo fundacional de Las Palmas. El de Benito Pérez Galdós y Alfredo Kraus; donde Agatha Christie y el compositor Saint-Säens encontraron refugio: casonas coloniales que fueron modelo arquitectónico en las ciudades de España en América. «En Las Palmas hizo escala Colón en su travesía hacia el Nuevo Mundo, por eso Vegueta es un microcosmos tricontinental: el pie en África, el corazón en Hispanoamérica y la cabeza en Europa», advierte la editora.

La aventura en Vegueta comenzó con literatura infantil, explica la editora: «Leía cuentos con mis tres hijos y me preguntaba qué libros querría leer si yo a esas edades… Concluía que si en vez de quedarnos en el conejito saltarín, podíamos dar un sentido pedagógico a las historias».

Así nacieron las colecciones «Genios de la ciencia» y «Nuestros ilustres», las vidas de Einstein, Gutenberg, Tesla, Cerdà, o de los canarios Galdós y Betancourt. Con buenos autores e ilustradores, los «Genios de la ciencia» ya se distribuyen en China… El espíritu de Vigueta, señala Moll de Alba, es publicar libros «con fundamento», una versión actualizada del «deleitar aprovechando» de nuestras lecturas de antes de la Logse

Cumplida la primera parte del catálogo, la colección de narrativa comenzó a andar en 2019 con «El hijo del doctor» de Ildefonso García-Serena, una saga familiar de cuatro generaciones que atravesaron exilios desde el final del siglo XIX hasta la España franquista.

A García-Serena siguieron los «Corazones vacíos» de Juli Zeh (Bonn, 1974). Esta letrada de las Naciones Unidas traducida a treinta y cinco idiomas urde un thriller protagonizado por el terrorismo internacional. En la línea distópica se mueve la británica Megan Hunter (Manchester, 1984) con la prosa poética y aforística de «El final del que partimos».

Tras el paréntesis pandémico, llegó «Kraft», novela con tintes aurtobiográficos del suizo Jonas Lüscher: un profesor de retórica intenta conjurar sus fracasos en su matrimonio y su vida académica en un concurso científico en Silicon Valley que premia con un millón de dólares a quien diseñe en dieciocho minutos, cual Pangloss, el mejor de los mundos posibles.

Deudor de la sátira volteriana, Lüscher aborda con humorística erudición el choque entre los saberes del pasado y una era digital que asociábamos al futuro, pero ya la tenemos aquí; entre el mundo académico de la Vieja Europa y la universidad estadounidense. Como explica el autor, la escritura le ha permitido «analizar el mal del mundo en sus diversas manifestaciones».

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