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Ópera

Un infierno en el Liceu

La dirección musical de Mijaíl Tatarnikov sacó brillo a las melodías y puso acento en los ritmos de «Demon», aunque se echó en falta el ballet

Egils Silins y Asmik Grigorian, durante la representación A. BOFILL

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

El estreno en el Liceu de la ópera más popular de Rubinstein se saldó con un gran éxito artístico gracias a un atractivo montaje de Dmitry Bertman y a una interpretación de la partitura -con algún corte y en su ruso original- cuidada y convincente ... en todos los planos. La dirección musical de Mijaíl Tatarnikov sacó brillo a las melodías y puso acento en los ritmos, aunque se echó en falta el ballet que deja respirar a las dos escenas en las que se intercala. Sí hubo bailarines en determinados momentos, pero con una actuación residual -con las poco afortunadas coreografías de Edwald Smirnoff- que probablemente habrá que retocar para próximas reposiciones.

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