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La «imperdible» «Elektra» de Chéreau

Si le gusta el teatro, dejando incluso la música de lado, vaya a ver este montaje al Liceu

Imagen del ensayo general de Elektra ANTONI BOFILL

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

Si le gusta el teatro, dejando incluso la música de lado, vaya a ver este montaje al Liceu . No se lo puede perder. Esta «Elektra» que se estrenó en Aix-en-Provence en el verano de 2013 firmada por el inolvidable Patrice Chéreau ... –fallecido solo un par de meses más tarde–, una coproducción del festival francés con los teatros de Milán, Nueva York, Helsinki, Berlín y Barcelona, es una auténtica obra maestra. Ya se ha paseado, repuesta por Vincent Huguet, por La Scala, el Met y la Staatsoper berlinesa, y ahora ha aterrizado en el Liceu prácticamente con el mismo reparto del estreno y de las reposiciones, lo que implica un elenco amalgamado y más que rodado. ¿El resultado? Una ovación unánime del público liceísta . El trabajo de Chéreau, más allá de las pequeñas incoherencias de su propuesta respecto del libreto o de ese final que es mejor no revelar para no hacer de «spoiler», es impresionante por la profundidad que alcanza en el trabajo actoral, y no solo con las tres protagonistas, ya que todos los personajes que se mueven por el escenario saben perfectamente qué hacer, cuándo y cómo, con una gestualidad pensada para emocionar. Todo ello enmarcado en la simbolista escenografía de Richard Peduzzi y con el adecuado y sencillo vestuario de Caroline de Vivaise, con una Elektra en pantalones; las miradas, las intenciones, la fascinante locura de la protagonista, la humanidad con la que Chéreau dota a los personajes... Una maravilla.

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