El caos en las Cercanías de Cataluña reaviva el discurso de la falta de inversión

Atribuible a Adif, el ente dependiente del Ministerio de Fomento a cargo de la construcción y la gestión de la infraestructura ferroviaria, la avería generó una nueva oleada de indignación entre unos usuarios acostumbrados al maltrato sistemático y, también, una oleada de reacciones políticas entre el secesionismo con un culpable en la diana, el Gobierno y su denunciada falta de inversión en las infraestructuras catalanas.

Por unas horas, Cataluña regresaba a los años previos al 'procés', cuando el bautizado como «déficit de infraestructuras» fue uno el más eficaz combustible del discurso del agravio que acabaría conduciendo a la década negra catalana: las antiguas autopistas de peaje catalanas frente a la gratuidad de la red de autovías en otras partes de España, el deficiente servicio de Cercanías del núcleo de Barcelona frente a las inversiones en Madrid, el renqueante corredor mediterráneo frente a la concepción radial de la Alta Velocidad española... agravios comunes también en otras regiones pero que en Cataluña caían en tierra abonada.

La gravísima avería de ayer por la mañana puso de nuevo sobre la mesa la reivindicación catalana para que el Gobierno transfiera a la Generalitat de manera completa el servicio de Cercanías, rebautizado como Rodalies desde que en 2009 asumiese su gestión, pero no su titularidad. El Govern considera ese traspaso insuficiente y reclama que se le transfiera efectivamente su titularidad, los fondos para financiar el servicio –a ambas cosas se ha comprometido el Gobierno–, así como la propiedad de la infraestructura, los trenes y el personal, para lo que no hay acuerdo.

Con los andenes llenos de pasajeros indignados –aunque el servicio comenzó a recuperarse a las ocho las afectaciones se prolongaron durante horas–, el discurso del agravio y la indignación salía a borbotones.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, exigió en este sentido que se traspase la competencia de Rodalies tras la «inaceptable» avería de ayer. «Esta situación deficiente ya hace demasiado tiempo que dura», lamentó al tiempo que pedía al Ejecutivo de Pedro Sánchez soluciones. «La gratuidad de Rodalies no sirve de nada si los trenes no funcionan», apuntó el presidente en relación a la medida adoptada por el Gobierno de subvencionar el 100% del coste de los billetes de Cercanías y Media Distancia entre el 1 de septiembre y el 31 de diciembre.

Más contundente fue el vicepresidente de la Generalitat y consejero de Políticas Digitales y Territorio, Jordi Puigneró (Junts), que reclamó al Gobierno que transfiera ya «infraestructuras, vías, catenarias, estaciones, trenes y personal» de Rodalies a la Generalitat para que se pueda hacer una gestión «desde la proximidad», en sus palabras. En la misma línea, cuestionó al Estado por no haber invertido en Rodalies desde hace años y recordó «que en 50 años no se ha hecho ni una sola línea nueva». Como Aragonès, remachó: «La gente no quiere que los billetes sean gratis, quiere que los trenes funcionen».

Después de varias semanas a la greña, Esquerra y Junts coincidieron por fin en un mensaje común: el servicio de Rodalies es deficiente y la infraestructura apenas aguanta. Después de una década desperdiciada en proyectos de ruptura imposibles, uno de los pasajeros afectados se preguntaba ayer si no hubiese sido más productivo canalizar las reivindicaciones y las demandas al Estado hacia cuestiones tan prosaicas como despojadas de épica como es la fiabilidad del servicio de Cercanías.