Los vecinos se rebelan contra los antisistema desde los balcones: «¡Iros al circo, animales!»

Este mismo jueves, en la calle Aragón de la capital catalana, una familia protagonizó una acalorada discusión con un grupo de antisistema que, minutos antes del toque de queda, corría impunemente arriba y abajo de esta arteria moviendo contenedores, formando barricadas con vallas de obra y lanzando piedras contra los policías. «¡Vamos valientes, vamos, iros al circo, animales!» , le espetó una mujer a un grupo de encapuchados que se reagrupaban ante la llegada de un furgón de los Mossos.

«Prepara aceite caliente» , amenazaba otro vecino asomado también a su ventana. A pie de calle, dos encapuchados respondieron a los reproches lanzando una batería de insultos mirando fijamente al balcón: «Tú p.... m...». «¿A que quemamos tu casa? Ya verás que gracia, a no, que no tienes», añadieron desde el piso mientras jaleaban a la policía que ya asomaba. Poco antes, solo unos metros más arriba -en la confluencia de la calle Gerona con Valencia- se había repetido una escena casi idéntica.

Allí, una señora se asomaba a su balcón, un segundo piso, para criticar a los radicales que estaban formando y prendiendo fuego a la enésima barricada. «Basta ya de quemar contenedores, ¿no? Id a vuestra casa» , les increpó. Rápidamente, un pequeño grupo de manifestantes le contestó con rabia: «¿A que quemamos tu casa?». La señora prefirió no seguir con su discusión y optó por cerrar las puertas del balcón y meterse en casa, apagando las luces.

Estas escenas anecdóticas se suman a las ya vividas en días anteriores en las que algunos vecinos optaron por apagar los contenedores ardiendo lanzando agua desde las ventanas de sus casas y evitar que estas acabaran afectadas por las llamas de unas hogueras que, en ocasiones, han dañado fachadas, vehículos o semáforos . Con todo, desde las 'tribunas al caos' en que se han convertido muchos balcones del barrio del Ensanche de Barcelona esta semana no solo se critica a los manifestantes. También hay el caso opuesto, en el que los vecinos se dedican a jalear las protestas e insultar a los policías e incluso a los periodistas que cubren los disturbios.