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Sonia Sierra - Tribuna abierta

Inadaptados

«Inadaptados. Al escuchar esta palabra me acordé de cuando daba clases de español a mujeres marroquíes en Rubí»

Sonia Sierra

Cuando alguien tiene el honor de ser pregonero de una fiesta mayor se supone que va a realizar un discurso alegre en el que la mayoría de los ciudadanos se puedan sentir representados y que invite a disfrutar de los festejos. Este año, el pregón de la Mercè de Barcelona ha corrido a cargo de Tortell Poltrona -payaso de profesión- que empezó leyendo una carta de Jordi Cuixart, actualmente encarcelado por sedición. Así, de entrada, no parece que sea un modelo de referencia para citar en un pregón, pero es que, además, su figura divide a los catalanes y no resulta lo más adecuado para conciliar las ganas de compartir la fiesta juntos. Y no bastante con eso, dijo: “hay gente entestada en que nuestra lengua es el castellano” y, para rematar, “pues no. Quienes rechazan la lengua y cultura de un lugar, como mínimo, podemos decir que son unos inadaptados”.

Inadaptados. Al escuchar esta palabra me acordé de cuando daba clases de español a mujeres marroquíes en Rubí. Muchas de ellas eran analfabetas en su lengua así que les costaba mucho aprender la nuestra. Todavía recuerdo, por ejemplo, como sudaba Souad para lograr escribir las letras y como ella, junto a otras mujeres, no faltaban ni un día a clase pese a tener que venir desde muy lejos con sus carros y sus niños. Algunas de estas mujeres casi no aprendieron español, pero nunca se me hubiera pasado por la cabeza llamarlas inadaptadas, supongo que porque lo que yo sentía por ellas era, sobre todo, admiración.

Luego me vine a vivir al Raval y recuerdo mis conversaciones con el dueño del supermercado de Joaquim Costa. Era paquistaní y con su español rudimentario charlábamos, por ejemplo, sobre películas de Bollywood. Algunas veces, su mujer intentaba participar, pero apenas sí sabía un puñado de palabras para defenderse en su tienda. Nunca se me ocurrió pensar que era una inadaptada, pensaba que era una mujer valiente intentando sacar adelante su negocio en la otra parte del mundo.

De hecho, si Tortell Poltrona hubiera dicho que estas mujeres eran unas inadaptadas, supongo que la alcaldesa Ada Colau se hubiera indignado, pero como lo dijo de los castellanohablantes, a ella le pareció “un pregón lleno de reivindicación, emoción y alegría de vivir” y le dio las gracias efusivamente por ello. No sé qué tiene de emoción y de alegría de vivir insultar a más de la mitad de los barceloneses. Porque resulta que el español es la lengua materna mayoritaria en Barcelona, además de ser lengua oficial junto al catalán y por eso los ciudadanos tendríamos que poder usar cualquiera de ellas sin ser insultados.

Porque es que el de Tortell Poltrona no ha sido el único insulto de esta semana a los castellanohablantes. Días antes, en TV3, el periodista Santi Villas afirmó que: “Ahora hay mucha gente, por ejemplo, Ciudadanos y Vox, que en el Parlamento de Cataluña hablan en castellano, pero no porque no sepan, sino por joder”. No quiero ni imaginar qué tiene alguien en la cabeza para dar por hecho que alguien utiliza su lengua materna para fastidiar, ni sé muy bien a quién, no creo que sea a esa inmensa mayoría bilingüe de catalanes. Porque por mucho que se empeñen los nacionalistas, el “hecho diferencial” no es que la lengua de Cataluña sea el catalán; el hecho diferencial es que gran parte de los catalanes tenemos la suerte de ser bilingües. Más allá del profundo desconocimiento de este periodista –Vox no tienen representación en el Parlamento catalán-, los diputados de Cs utilizamos ambas lenguas en la cámara porque creemos que debe representar la realidad de Cataluña y por ese motivo utilizamos también a veces el aranés y la lengua de signos. No sé si para el señor Villas usar esas dos lenguas también es “fotre” al personal.

También es digno de estudio esa obsesión que tienen los nacionalistas para mezclar el uso de las lenguas con expresiones del campo semántico de la sexualidad ya que a las disparatadas afirmaciones del Santi Villas tenemos que añadir las palabras que Tortell Poltrona dirigió a los concejales Mari Luz Guilarte y Manuel Valls tras abandonar indignados el insultante pregón: “lo que tienen estos señores no es sensibilidad, son policías del imperio que vienen aquí a sodomizar, por decirlo de alguna forma, una cultura, una lengua, y toda una serie de cosas”. Como pueden ver, todo un llamamiento a la concordia en unas fiestas de la Mercè ya de por sí bastante duras por la situación en la que nos encontramos y en la que la unión de todos debería de ser más importante que nunca.

Como dice Fernando Savater, las lenguas tienen dos grandes enemigos: los que las prohíben y los que las imponen. Los nacionalistas catalanes parecen trabajar a jornada completa para intentar convertir la deliciosa lengua de Mercè Rodoreda en una lengua de imposición: se impone en los colegios, se impone en los medios de comunicación y se intenta imponer en el Parlamento de Cataluña como reconoció la anterior Consejera de Cultura en una sesión plenaria. Y no bastante con eso, los espías de los niños en los patios de los colegios, la archisubvencionada Plataforma per la Llengua, se dedican al señalamiento de trabajadores y autónomos, muchas veces de origen extranjero, si no hablan en catalán. ¿Alguien se imagina que en algún otro lugar de España se señalara a los trabajadores de los supermercados, bazares o centros de manicura por no dominar la lengua de Cervantes? Pues eso es lo que pasa en Cataluña y se ve tan normal que hasta desde el pregón de su fiesta se les llama inadaptados.

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