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Sónar+D: adiós a la verticalidad

El diálogo entre arte y tecnología protagoniza el congreso del festival y genera obras que exploran incluso la música a gravedad cero

Un grupo de personas participa en una de las instalaciones del Sónar+D AFP

Miquel Vera

¿Cómo sonaría tu instrumento favorito en el espacio exterior? Es una pregunta extraña, de las que solo se haría un loco. O un genio. O alguien que soportara sobre sus espaldas ambas condiciones que raramente se manifiestan por separado. «Bienvenidos al Zero ... Gravity Band. Tengan un feliz vuelo». Este es el escueto saludo que contextualiza una de las instalaciones más geniales y sorprendentes del Sónar 2018, que cumple 25 primaveras sin un ápice de agotamiento y con la capacidad de redoblar su apuesta por lo excéntrico año tras año

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