Otra vez la política...

Que no las prohiben, que las van a regular, pero de tal forma que serán inviables. Un eufemismo aprendido precisamente de todo lo que ocurrió en tierras catalanas. Seguro que ustedes se acuerdan cuando desde el PSC se intentó en los albores del presente siglo pactar con el resto de partidos una moratoria de quince años y así dar carpetazo a la Fiesta con el beneplácito de un consenso político, o cuando destacados miembros del partido hablaban abiertamente en los pasillos del Parlament de una corrida a la portuguesa, o cuando casualmente, también desde el PSC, se intentó poner en marcha un reglamento taurino catalán que incluyera el "límite temporal de la suerte del estoque".

Recordando todo aquello, la propuesta "estrambótica y de imposible aplicación", en palabras del Comité Taurino de Baleares, para la regulación de las corridas de toros en las islas, no se hace tan extraña. Únicamente han dado un paso más, pero nada sorprendente todo eso de que no se hiera o mate al toro, lo de los festejos con tres reses, de la ausencia de caballos, o el control antidoping para toros y toreros... Una versión corregida y aumentada de lo que se tramó en Cataluña durante el proceso que llevó a la abolición. Claro, que esta vez hasta parece que se han contenido y no se han apuntado a aquel estrambote de ERC que comparaba la Tauromaquia con la ablación y el maltrato a mujeres, niños y ancianos.

Así que mientras la política juega, las figuras del toreo, los grandes empresarios y ganaderos, en silencio. Seguro que esto también les suena a los aficionados catalanes.