Momento histórico

Música: L. V. Beethoven. Intérpretes: Orchestre Révolutionnaire et Romantique, Monteverdi Choir, Cor de Cambra de l’Orfeó Català. John Eliot Gardiner, director. Fecha:del 9 al 14 de febrero. Lugar: Palau de la Música, Barcelona.

Se ha abusado tanto de la expresión «momento histórico» que da reparo usarla, pero aun así hay algunas ocasiones en las que sigue siendo la más certera. Con la integral de sinfonías de Beethoven dirigida por John Eliot Gardiner esta semana en el Palau de la Música Catalana, sin duda, lo es. Como aquél Requiem de Mozart que dirigió en 1991, coincidiendo con el día exacto en que se cumplían 250 años de la muerte del compositor, los asistentes lo recordaremos como un evento casi mítico.

Estos días hemos hecho historia en Barcelona no solamente porque sea una de las cinco ciudades elegidas por el maestro británico para acometer su empresa, sino porque además se ha convertido en la única de todo el planeta que habrá podido escuchar tanto la versión de Gardiner como la de Jordi Savall , que en los próximos meses culminará en L’Auditori y el Liceo su propia integral. He aquí, pues la grandeza del momento que hemos vivido: tener en la misma ciudad a dos de los más grandes expertos en interpretación historicista de nuestra época celebrando el 250º aniversario del nacimiento de Beethoven. Las comparaciones, otrora odiosas, nos permiten en esta ocasión aprender de ellos como nunca.

Savall aborda este repertorio con los ojos de un niño barroco de Igualada que viese por primera vez el mar. Desde esta óptica, la visión del maestro catalán es sorprendente –y por tanto, más interesante– porque él mismo está sorprendido por Beethoven. Se aproxima desde una sensibilidad similar a la que pudieron tener sus contemporáneos al escuchar el estreno de sus sinfonías.

Por contra, la versión de Gardiner va a subrayar los rasgos de ese Beethoven romántico, impetuoso, algo ególatra y megalómano que los siglos han ido depositando sobre su retrato. Nada que no supiéramos por sus grabaciones, pero ofreciendo al mismo tiempo una versión fresca. Dos mundos diferentes, pues, aunque complementarios.

El canto por parte de los músicos de un fragmento del «Hymne dithyrambique sur la conjuration de Robespierre» de Rouget de Lisle durante las notas del final de la Quinta sinfonía donde Gardiner ve una cita de esta canción revolucionaria, fue probablemente uno de los clímax de toda la integral, junto con la impecable «Eroica» y la inusualmente intensa Octava. La Orchestre Révolutionnaire et Romantique demostró tener una plantilla inmejorable, especialmente en su sección de cuerda. Las semanas previas de ensayo intenso se notaban en unos «pianissimi» y unos «pizzicati» ejecutados con una precisión apabullante, en un unísono perfecto que cortaba la respiración. Eso sí, los más de cuarenta instrumentos que Gardiner usa en esta sección, frente a los treinta y pocos de la versión de Savall, hace que a los vientos les cueste aflorar en los afilados diálogos que se resaltan en la versión del catalán.

En la Novena, colofón impresionante que podrá verse en la plataforma Palau Digital gracias a la grabación que se hizo, el cuarteto vocal formado por L. Crowe, J. Dandy, E. Lyon y T. Nazmi estuvo a la altura de lo esperado. Sus voces se impusieron con musicalidad –tarea nada fácil– a la orquesta y al coro.

Por lo que respecta a la felicísima unión de las voces del Monteverdi Choir y el Cor de Cambra de l’Orfeó Català, el mejor resumen en sus redes sociales lo hizo el director principal de este último, Xavier Puig: «Salimos impresionados del ensayo conjunto. Este país necesita saber lo que es un coro de cincuenta profesionales. Mañana sonará una Novena como nunca se ha escuchado aquí». Pues eso.