Miquel Porta Perales - EL OASIS CATALÁN
Tragaderas
El PSC compra la cantinela nacionalista según la cual la inmersión lingüística ha sido un modelo eficaz y de éxito
Miquel Porta Perales
Lo que sorprende –¿sorprende?– de la actitud del PSC ante la Proposición de Ley sobre el uso y aprendizaje de les lenguas oficiales en la enseñanza no universitaria –trámite de urgencia con lectura única: democracia refinada–, son las tragaderas con que el socialismo catalán se ... dispone a engullir el discurso político e identitario del nacionalismo catalán. Por un lado, el PSC compra la cantinela nacionalista según la cual la inmersión lingüística ha sido un modelo eficaz y de éxito si tenemos en cuenta –dicen– que todos los alumnos, al terminar los estudios no universitarios, son competentes en las dos lenguas oficiales en Cataluña. Por otro lado –atendiendo a la Proposición–, el PSC comulga con la política educativa nacionalista, identitaria y excluyente, que afirma que «el catalán, como lengua propia de Cataluña, es la lengua normalmente utilizada como lengua vehicular y de aprendizaje del sistema educativo y de uso normal en la acogida de los recién llegados». Colofón: «el castellano será utilizado en los términos que fijen los proyectos lingüísticos de cada centro» de acuerdo con determinados criterios como el «entorno», la «integración» y la «transversalidad». Una política que se mueve entre la sopa de pobres y la obra de caridad. El catalán deviene una lengua de primera división mientras que el castellano descendiente a regional preferente con posibilidad de ascender a tercera división según el criterio de cada centro. Por eso, el catalán es vehicular y el castellano –en el banquillo de los reservas– curricular. Una Ley para incumplir la Ley.
No debe sorprender que el PSC colabore en la desobediencia lingüística nacionalista. A fin de cuentas, el socialismo lleva décadas siendo la muleta del nacionalismo. Y, la verdad sea dicha, no le salido mal a tenor de lo que señalan hoy las elecciones y encuestas: Pedro Sánchez gana las generales, Salvador Illa gana las autonómicas, y las municipales no apuntan mal. Las tragaderas como táctica. Probablemente, también como estrategia.
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