Macba o CAP, ¿cuál es la cuestión?

El CAP necesita un edificio en mejores condiciones y el Macba, ampliarse para exponer su colección permanente; y en medio: una estación eléctrica de la que no sabemos su impacto real sobre los edificios colindantes. Nada que no esté ocurriendo en decenas de locales públicos y privados de toda la ciudad.

Pero más allá de esta pelea de gallos para ver quién se queda con la capilla de la Misericordia, lo que la realidad pone de manifiesto es que nadie del actual gobierno municipal saca pecho y orgullo a la hora de hablar del Macba. Dicen que le buscarán otro local, pero mientras tanto se estimulan los enfrentamientos entre la gente de la cultura en un absurdo debate sobre el modelo y la gestión del museo.

Se han promovido miles de firmas exigiendo que el CAP ocupe el espacio destinado al museo y se ha promovido una declaración cultural que acusa al museo de mantener intereses privados. No hay nada de ejemplarizante en todo ello.

Cualquier ciudad del mundo defiende sin matices el valor institucional de sus equipamientos culturales y trabaja sin descanso para corregir sus problemas cuando los tiene. Lo que es irresponsable es permitir o, incluso, favorecer la animadversión de una parte de la ciudadanía hacia un centro de enorme importancia estratégica para la cultura local.

Un gobierno con sentido común y capacidad de gestión debe ser capaz de resolver ambas cuestiones en paralelo sin generar ningún tipo de alarma social. Si la salud pública nos hace iguales y la cultura nos prepara para serlo, es curioso que los que tanto lo predican sean incapaces de practicarlo.

Jaume Collboni es el líder del PSC en Barcelona