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Crítica de Ópera

Lucia suicida

El máximo perjudicado por la vocalmente tacaña escenografía fue el propio Juan Diego Flórez, de cuya hermosa voz no se pudo disfrutar en toda su dimensión

Juan Diego Flórez y Elena Mosuc A. Bofill

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

A riesgo de ser catalogado de «spoiler», uno de los aspectos sorprendentes de esta producción de Damiano Michieletto de «Lucia di Lammermoor» es que la lunática protagonista, en lugar de morir entre los sopores de la locura, al final de la famosa escena ... se suicida cual Tosca en Sant’ Angelo. En este caso se lanza desde la torre inclinada y bombardeada que domina el espacio escénico que firma Paolo Fantin , metáfora de la decadencia de los clanes familiares medievales. Esta «Lucia» ni impacta ni interesa y no favorece para nada a los cantantes, ya que obliga a la protagonista a movimientos imposibles al cantar una escena endiablada. Lo peor es que acústicamente es muy deficitaria, creada para un teatro la mitad de grande que el Liceu: al ser escenográficamente abierta no cuida las voces. El fantasma / psicosis que atormenta a la protagonista, además, es anticuado y nada poético.

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